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lunes, 30 de abril de 2012

CONVOCATORIA Y BASES V EDICIÓN DEL CONCURSO DE EXPERIENCIAS GERONTOLÓGICAS “UNA SOCIEDAD PARA TODAS LAS EDADES”

BOLETÍN  MENSUAL RLG
Red Latinoamericana de Gerontología
www.gerontologia.org
 
 
La Red Latinoamericana de Gerontología convoca a participar en la V Edición
del Concurso de experiencias gerontológicas ‘Una sociedad para todas las edades’ 
 
 
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CONVOCATORIA Y BASES V EDICIÓN DEL CONCURSO DE EXPERIENCIAS GERONTOLÓGICAS 
“UNA SOCIEDAD PARA TODAS LAS EDADES”
 
Plazo para el envío de trabajos: 31 de julio de 2012
 
Este concurso se realiza desde el año 2005 y cuenta con el aporte del Programa 
Regional del Adulto Mayor de Cáritas en América Latina y Caribe (PRAM). Tiene como
propósito estimular y difundir experiencias gerontológicas desarrolladas en países
de América Latina –en la modalidad de proyectos, programas u otras acciones 
sistemáticas-, orientadas a promover la calidad de vida de las personas adultas
mayores –particularmente de aquellas en mayor desventaja social-, al igual que a 
destacar la vejez como condición positiva de la vida.
 
I.  PODRÁN PARTICIPAR EXPERIENCIAS QUE TRATEN UNO O MÁS DE LOS SIGUIENTES TEMAS:
 
1. Promoción de solidaridad y relaciones intergeneracionales.
 
2. Promoción de derechos humanos, buen trato, autonomía, inclusión y participación 
social de las personas adultas mayores.
 
3. Promoción del bienestar en la vejez, formación y capacitación de cuidadores; 
organización de servicios de apoyo a personas adultas mayores y a sus familias.
 
4. Promoción de una cultura positiva de la vejez; superación de estereotipos y 
prejuicios  acerca de las personas adultas mayores.
 
5. Experiencias educativas; utilización de Tecnologías de la Información y la 
Comunicación; desarrollo de programas en medios de comunicación escritos, 
radiofónicos, televisivos realizados con la participación  de personas adultas 
mayores.
 
6. Promoción de equidad de género en la vejez.
 
7. Fortalecimiento de redes, organizaciones (ONG) y asociaciones de personas 
adultas mayores; y experiencias de trabajo gerontológico comunitario.
 
8. Espiritualidad y trascendencia en la vejez.
 
9. Actividades y trabajo voluntario con y/o por parte de personas adultas mayores.
 
10. Expresiones artísticas, literarias, re-creativas realizadas con la
participación  de personas adultas mayores.
 
II. ¿QUIÉNES PUEDEN PARTICIPAR?
 
  a.. Organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro. (ONG, redes, 
asociaciones, etc.) 
  b.. Personas naturales (físicas), que se desempeñen, o no, en instituciones 
estatales o privadas (agentes comunitarios, profesionales, voluntarios, etc.) 
Observaciones:
 
  a.. Solamente se aceptan experiencias desarrolladas en países de América Latina. 
  b.. En todos los casos, las experiencias deberán tener al menos un año de 
ejecución. 
  c.. Las experiencias pueden estar siendo financiadas con fondos oficiales o 
privados. 
No se aceptan:
 
  a.. Trabajos premiados en otros concursos. 
  b.. Trabajos que hayan sido premiados o nominados en las ediciones anteriores de
 este concurso. 
  c.. Ensayos, testimonios o relatos personales, revisiones bibliográficas, tesis 
de grado, ni monografías. 
III. CATEGORÍAS Y SELECCIÓN DE EXPERIENCIAS MERECEDORAS DE PREMIO
 
- Experiencias desarrolladas por Organizaciones: se elegirán dos (2) experiencias 
ganadoras, entre un máximo de diez (10) trabajos nominados.
- Experiencias desarrolladas por personas naturales: se elegirán una (1) 
experiencia ganadora, entre un máximo de cinco (5) trabajos nominados.
 
IV. CONDICIONES DE PRESENTACIÓN Y ENVÍO DE TRABAJOS:
 
  a.. Tamaño, extensión, idioma y presentación. 
Estructura:
 
  a.. Un resumen de la experiencia (máximo 250 palabras), incluyendo palabras
clave. 
  b.. Una introducción que incluya contextualización de la experiencia en términos 
demográficos y socioculturales. 
  c.. Fundamentación: razón de ser de la experiencia. 
  d.. Descripción de la experiencia. 
  e.. Objetivos  concretos 
  f.. Participantes 
  g.. Actividades 
  h.. Resultados 
  i.. Conclusiones 
  j.. Referencias bibliográficas o documentales y fuentes consultadas. 
Formato:
 
  a.. Los trabajos deberán presentarse en formato Word, letra Arial (o similar) No
 10, con márgenes de 2,5 centímetros, en todos los lados (superior, inferior, 
derecho e izquierdo). 
  b.. La extensión máxima será de 15 páginas tamaño carta (incluyendo gráficos y 
fotografías). El interlineado será a espacio y medio.  Las páginas deberán estar 
numeradas. 
  c.. Con el propósito de facilitar la lectura, los textos deberán estar alineados 
a la izquierda; es decir no podrán estar “justificados”. 
  d.. En el encabezado deberá incluirse: 
    a.. el título del trabajo (máximo 15 palabras), 
    b.. seudónimo, 
    c.. el (los) eje(s) temático(s) del trabajo (teniendo en cuenta,-en orden 
prioritario- una, o máximo tres,  de las diez categorías temáticas mencionadas en 
el punto I). 
    d.. la categoría a la que se postula (Organización o Persona natural) y, 
    e.. el país. 
Idiomas: español o portugués.
 
Notas: 
 
  a.. En un archivo diferente identificado con el seudónimo, el autor deberá 
enviar un breve currículum vítae. Dentro del currículum vitae, deberá señalar 
nombre, cargo y correo electrónico de alguna persona o entidad que pueda certificar
 o dar fe del desarrollo  de la experiencia. 
  b.. Las organizaciones deberán enviar, además del currículum vitae del autor, 
un breve currículum de la organización. 
  c.. Las experiencias sólo pueden presentarse en forma escrita y por vía virtual.
 No se aceptan videos, ni archivos de audio. 
  d.. Solamente se aceptan fotografías incluidas en el documento  que sean 
ilustrativas de la experiencia (máximo dos). 
  a.. Fecha límite de recepción de trabajos: 
  Lunes 31 de Julio de 2012.
 
  a.. Dirección para envío de trabajos: 
  concurso2012@gerontologia.org   
  Nota: Solamente se recibirán trabajos enviados al correo electrónico citado.
 
  a.. Documentos que deberán enviarse: 
    a.. Para categoría Organizaciones: 
      a.. Exposición escrita de la experiencia 
      b.. Currículum vitae del autor. 
      c.. Currículum de la organización. 
    b.. Para categoría Personas Naturales: 
      a.. Exposición escrita de la experiencia 
      b.. Currículum vitae del autor. 
V. PREMIOS. 
 
  a.. Trabajos presentados a la categoría Organizaciones: 
    a.. Primer Premio: 1.500 EUROS 
    b.. Segundo Premio: 1.000 EUROS 
 
  a.. Trabajos presentados a la categoría Personas naturales: 
    a.. Primer Premio: 1.000 
    b.. Segundo Premio: 500 EUROS 
Notas:
 
  a.. Los premios se harán efectivos dentro de los 30 días posteriores a la
 publicación de los resultados del Concurso. 
  b.. En el caso de Organizaciones el premio se entregará a quien aparezca como 
responsable en el currículum de la organización. 
  c.. En el caso de personas naturales, el premio se entregará al autor, o al 
autor principal -en caso de existir varios autores-. 
  d.. Los trabajos premiados y nominados se publicarán en el portal de la Red 
Latinoamericana de Gerontología <www.gerontologia.org>. 
  e.. La Red Latinoamericana de Gerontología (RLG) podrá editar y publicar una 
memoria impresa de trabajos presentados al Concurso “Una Sociedad para todas las 
Edades”, la cual incluya trabajos premiados y/o nominados. 
  f.. La premiación del Concurso se anunciará en el portal Internet de la Red 
Latinoamericana de Gerontología (RLG) el día 1 de Octubre de 2012, Día 
Internacional de las Personas Adultas Mayores. 
  g.. La Red Latinoamericana de Gerontología (RLG) entregará un certificado de 
reconocimiento por cada trabajo premiado o nominado. 
 
VI. JURADO Y CRITERIOS DE EVALUACIÓN:
 
Los trabajos serán evaluados por un jurado internacional de la región, integrado 
por tres (3) especialistas en el tema de envejecimiento y la vejez.  Su decisión 
será inapelable. En caso de que el Jurado considere que los trabajos presentados 
no reúnen la calidad suficiente, podrá declarar desierto el Concurso, tanto en su 
totalidad, como en alguno/s de los premios en particular.
 
El jurado tendrá en cuenta los siguientes criterios de evaluación: enfoque 
general, fundamentación,  perspectiva asumida acerca de la vejez y el 
envejecimiento, resultados e impacto, pertinencia, originalidad, objetivos y 
metodología, coherencia interna del trabajo, reflexión crítica 
(valoración/apreciación) de la experiencia, por parte de sus autores.
 
CONSULTAS: Para consultas escribir a:
Ximena Romero - Coordinadora RLG
ximenaromero@gerontologia.org
 
Red Latinoamericana de Gerontología (RLG)
www.gerontologia.org
 
09 de Abril de 2012. 
 
 
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Nota del Editor: Si desea escribirnos, enviar comentarios, informaciones o 
colaboraciones, puede hacerlo a la coordinadora: ximenaromero@gerontologia.org; a 
nuestros corresponsales: En Argentina: David Zolotow:  dazolotow@fibertel.com.ar; 
en Colombia con la Psi. Elisa Dulcey-Ruiz:  cepsiger@gmail.com ; En Cuba: 
Magdalena Rodríguez: malena@infomed.sld.cu ; En México: Celia Ramírez: 
celia_ramirez63@yahoo.com.mx ; y en Brasil: Marília Celina Felicio Fragoso: 
mariliafelicio@yahoo.com.br  Escribir a nuestra asesora Christel Wasiek: 
wasiek@gmx.de
 
 
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www.gerontologia.org 
 Editor responsable: Ximena Romero, coordinadora de RLG 
Echaurren 4, piso 7, Santiago de Chile / Fax: (56-2) 6966080 
 

jueves, 26 de abril de 2012

El trabajo social desafiado. Una aproximación desde la diferencia ontoepistémica. I Foro internacional de Trabajo Social. Caracas, Venezuela, Año 2008


El trabajo social desafiado.
Una aproximación desde la diferencia ontoepistémica©

César Barrantes§

I.

En nuestra América –signada, para unos, por una época de cambios y, para otros, por un cambio de época referido a la práctica de la reorganización del planeta, de las relaciones internacionales y de la producción misma de la vida social- las nuevas formas y contenidos de las demandas de satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones sociales (individuales, colectivas, institucionales), sistémicas (de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo imaginable) y ecológicas (la madre tierra o pachamama), han adquirido un sentido cultural, societal, civilizacional, que le está exigiendo a pensadores, ductores e intelectuales así como a operadores políticosociales y socioculturales (pedagogos, educadores, promotores, gestores, gerentes, programadores, e­va­­luadores y trabajadores sociales, com­­­petencias noseológicas orientadas al logro de óptimos niveles de eficiencia, eficacia y efectividad en sus acciones e impactos sustentables en la calidad y el modo de vida de las clases, pueblos, naciones y multitudes, especialmente interétnicas, interculturales, mestizas, híbridas, sincréticas, populares.
A la luz de los drásticos corrimientos de plataformas[1] o placas tectónicas que se vienen experienciando en la cartografía política de nuestra América[2]  este siglo veintiuno está siendo caracterizado por intensas –moleculares y multitudinarias- movilizaciones sociales, significando con ello que nos encontramos ante desafíos inéditos que están deconstruyendo no sólo los cimientos patriarcales, oligárquico-coloniales y (neo)­(pos)­­mo­der­nos sino también los de los regímenes jurídico-políticos tanto como los de los dispositivos públicos –civiles y estatales- que median los modos de traducción y resolución de los problemas (necesidades problematizadas) propios de la convivencia social en diversos países.[3]
Lo anterior ha puesto sobre la palestra de la discusión intercontinental lo siguiente:
·         El papel protagónico de los sujetos societales que vienen cons­­­truyendo registros imaginarios, simbólicos y reales distintos, en especial a los de la segunda mitad del siglo veinte.
·         La invención de lenguajes que están apuntando más a una práctica de la ruptura con el pasado, que a una con el presente y respecto del cual nos hacemos responsables.
·         La resemantización de todos y cada uno de los momentos co-cons­ti­tu­ti­vos de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo[4]
En nuestra América de siglo veintiuno hay nuevos ámbitos constituyentes de subjetividades y sensibilidades, es decir, de suje­tos, agentes y actores que han venido construyendo vínculos con las nuevas fuentes de constitucio­nalidad, legitimidad, legalidad, institucionalidad, estatalidad y nacionalidad, y desde estos ha­bi­táculos le vienen también planteando a los dispositivos (neo)­co­lo­nizados un desafío de tal envergadura y perdurabilidad como nunca antes se nos había presentado en la historia continental, incluso considerando la importancia crucial que tuvieron los movimientos sociales de los años sesenta y setenta del siglo pasado[5] y la denominada reconceptualización del servicio/asis­ten­cia social, producidos al influjo del segundo redespliegue industrial o segunda ola mo­der­nizadora del capitalismo –tardío para algunos- y, por ende, de recomposición de las re­laciones de poder mundial.
Y este último elemento viene marcando una tendencia definida a que el estadocratismo y el estadofobismo estén dando pa­so –lento, incierto, promisorio- a sociedades tendencialmente inclusivas y dispuestas a apropiarse de los estados y hacer de estos estados sociales, éticos, de derecho y de justicia cuyo sujeto no es ya el sujeto cosificado y sujetado al malestar, la carencia, la disfonía social y la alienación, sino el sujeto de derecho, de dignidad, de reconocimiento en y por el Otro, es decir, el sujeto de aspiración que desea autoafirmar su condición humana y ejercer su libre voluntad de compromiso con la realización plena de su deber ser.
No obstante que la formación y práctica del trabajo social en diversos países lleva la marca del asistencialismo bienestarista-desarrollista especialmente cepalino, en algunos países neomo­der­ni­za­do, y, en otros, la de la desar­ti­culación propia del divide-y-vencerás neoliberal[6], es posible pensar que si tiene sen­tido la ex­pre­si­ón de uno de los eméritos representantes de la cuarta herida narcisista de la humanidad[7]: Werner Hei­sen­berg, Premio Nobel de Física en 1932, de que la ciencia no es una sola mirada sino que hay otras muchas, parecieran tener sentidos soportables los dos conjuntos de preguntas si­gui­en­tes:
1.      ¿Cuál es la mirada del trabajo social, mejor dicho de los trabajadores sociales y las tra­ba­ja­do­ras sociales?, ¿desde dónde mira el trabajo social (si es que mira)?, ¿desde dónde se construye la mirada del otro que nos mira?, ¿desde dónde somos constituidos por la mirada del otro?, ¿cuá­les son los lugares de encuentro de estas miradas que pudieran resultar ciegas?[8]
2.      ¿Qué pasa con el tra­bajo so­cial que se institucionalizó al alero del estado bie­nes­ta­ris­ta, desa­rro­llista y asisten­cia­lista cepalino, si éste no es (quizás nunca lo fue) lo que quiso ser?, ¿de­ter­mina la crisis de dicho estado la del trabajo social y sus prácticas di­fe­ren­ciales?
3.      ¿Qué buscamos, cuál es nuestra am­bi­c­i­ón o aspiración?, ¿a qué tipo de poder aspiramos?, ¿a qué racionalidad y problemáticas intentamos responder?,
4.      ¿A qué nivel, espesor y/o di­men­si­ón realizamos nuestra inserción social y practicamos el trabajo social?, ¿desde dónde nos re­pre­sen­tamos el trabajo social y la realidad de la que somos productores y pro­duc­to: desde un pa­ra­digma de la carencia –es decir, del pobre que no tiene posibilidad real de acceso a los bienes materiales que son significados como signos del bienestar y el éxito económico- que persiste en legitimar e institucionalizar el estatuto caritativo y neofilantrópico o, por el contrario, desde uno de la aspiración societal que procura legitimar, ins­ti­tucionalizar y socializar la práctica del derecho a tener todo el mundo todos los derechos?
5.      Es decir pero en otras preguntas, ¿mi­ramos la realidad societal desde un paradigma del sujeto que es constituido en tal en tanto su­jetado a la voluntad del otro asistencialista, mediador, terapista, ges­tor, solucionador de problemas, politicógrafo y po­bre­tó­grafo social?, ¿desde dónde construimos re­a­li­da­des, desde dónde tratamos de hacer propuestas de sociedad: desde el paradigma de la ciudadanía asistida o desde el de la ciudadanía e­man­ci­pa­da?
6.      ¿Cómo nos representamos la relación con otros profesionales, cientistas, promo­to­res, ges­to­res, tra­bajadores socioculturales, lu­cha­do­res y artesanos sociales que se ocupan también de la in­ter­ven­ci­ón so­ci­al[9] y están im­plicados en la satisfacción de carencias y el poten­cia­mi­en­to de as­pi­ra­cio­nes sociales que no es propiedad de ninguna disci­pli­na, profesión, oficio, arte, artesanía, ciencia o tecnología humanosocial?
Son algunas preguntas que nos pueden abrir caminos a la refundamentación del campo problemático que es el trabajo social mismo, a la constitución de éste en una práctica societal liberadora, emancipadora, descolonizadora; asimismo, a la construcción de los fundamentos de una e­pis­temo­lo­gía del indicio y del acompañamiento a los sujetos individuales y colectivos en los lugares en donde intentan realizar sus proyectos de reproducción social e individual o, mejor, de inmortalidad; ello a fin de ir encarnando, cotidianizando, socializando un proyecto ético-estético-geobio­po­­lí­ti­co de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes en el proceso mismo –que, como ya dijimos, no es propiedad privada de disciplina científica, ingenieril, tecnológica o gestoral alguna- de creación, traducción y satisfacción de necesidades sociales y ecosistémicas.

II.
En nuestra América estamos convivenciando y experienciando un cambio epocal signado por una geopolítica deconstructiva de la ideología legitimadora del capitalismo: el neoliberalismo, y la realpolitik del imperio, del poder colonial y de la colonialidad del poder, si bien de innegable centralidad iberolatina fundamentalmente indo-afro-caribeña y una disyuntiva, ya dramáticamente planteada por Rosa Luxemburgo a mediados del primer veintenio del siglo veinte: socialismo o barbarie, cuya praxis ha tomado cuerpo en países que, como  la república Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han optado constitucional y multitudinariamente por una transición al socialismo denominado del siglo veintiuno y, con diversos matices pero definitivamente unionistas, integracionistas e indoafroamericanistas, acompañados por países como Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Honduras, Guatemala y algunos países anglófonos y francófonos del Caribe, y Cuba.
A contrapelo de esta tendencia, un grupo de países ha optado por aferrarse a la vía capitalista bajo el auspicio de la ideología legitimadora del capitalismo: el neoliberalismo: Chile[1], Colombia[2], México[3] y otros a los que se han sumado países con gobiernos socialdemócratas neoliberalizados de derecha, como Perú y Costa Rica[4]. Todos ellos y otros que no mencionamos aquí, con potentes movimientos de resistencia interna y pensamiento crítico antineoliberal.
En el caso de la República Bolivariana de Venezuela,   a propósito de los procesos geopolíticos men­cionados, se vienen realizando serios cuestionamientos al conocimiento que se (re)produce y trasiega como repetición en y desde los claustros universitarios, en especial porque estos –además de reproducir el discurso de la iglesia (Lacan)- se han constituido en reductos de partidos políticos sin vigencia electoral y áreas de coto de élites intelectuales y seudointelectuales renuentes a toda reforma que coloque a la enseñanza superior, de cara al constitucional estado social de derecho y de justicia y de democracia protagónica a la que aquellas quisieran no pertenecer; esto en tanto y en cuanto que no aceptan el signo de los tiempos ni el proceso sociopolíticocultural multitudinario en marcha desde hace diez años.[1]
La nueva época de la venezolanidad, el bolivarianismo, la indoafroamericanidad, en fin, la sureñidad[2], vienen significando una multiplicidad de procesos –insólitos, inefables, banales, promisorios- en todos los ámbitos y espesores de la vida nacional; entre estos los siguientes:
1.      Desajuste de las relaciones de poder entre las fuerzas sociales; reconstitución de los poderes imaginarios, simbólicos y reales de los actores sociales, políticos, económicos, militares, eclesiales, culturales, étnicos y populares sobre la base ética del protagonismo democrático de todos los venezolanos.
2.      Reconfiguración de las identidades y diferencias, contradicciones y antagonismos, disensos y consensos, carencias y aspiraciones sociales.
3.      Agudización de un enconado, difícil y doloroso reacomodo de los estilos de vida, cuya base de sustentación también está siendo objeto de modificaciones estructurales: el mercado que, paradójicamente desde hace décadas viene siendo sometido a procesos de segmentación por los mismos capitalistas, como estrategia de incremento compulsivo de su tasa de ganancia pero también de relegitimación política frente a la masiva receptividad que viene ostentando el discurso de la construcción del socialismo del siglo veintiuno.
4.      Construcción de nuevas representaciones sociales –individuales y colectivas- sobre la nacionalidad, la estatalidad, la socialidad, la culturalidad, la politicidad, la etnicidad, la economicidad, la colectividad, la cotidianidad, la interregionalidad, la internacionalidad, la mundialidad.
5.      Fragua y revaloración larga y difícil del nuevo estado venezolano –todo hace supones que será socialista- cuya integralidad e inclusividad (unidad en la diversidad) en marcha está pasando necesariamente por el refacultamiento y habilitación exitosa de las instancias for­­males e informales de la sociedad ve­nezolana (diversidad en la unidad); asimismo, por el cambio del modo de re­­so­­lución tanto de los pro­ble­mas propios de la convivencia en sociedad como de los del ecosistema terráqueo.
Dicha forja sigue transitando por una fase -esperamos más de me­diano que de largo plazo- de recentramiento político y es­ta­tal cuyo efec­to más in­mediato -según las imágenes que han sido cons­­truidas por la heterogénea oposición gubernamental mediá­ti­ca y financiera­mente oxigenada por el régimen estadounidense- es la acusación de         que dicha fase no significa otra cosa más que cau­dillismo, populismo, clientelismo, autoritarismo, dictadura, facismo, castrocomunismo, terro­ris­mo de estado y totalitarismo. Sin embargo, se trata de un cambio de timón ante los efectos desintegradores provocados, por un lado, por la crisis terminal del régimen puntofijista nacido a partir de 1958 y por la tardía reforma formal del estado venezolano, tal como se intentó practicar con más contramarchas que marchas durante el último decenio del siglo pasado y, por otro lado, por las inestabilidades, incertidumbres y antagonismos pro­pios del reacomodo de los poderes de clase y de estado, provocados a propósito del pro­­ce­so socio­po­líticocultural en marcha.
En otras pero en el mismo sentido, Venezuela estaba siendo descuartizada en lo político, económico, social y cultural en aras de los intereses de la oligarquía y los del imperio.
Este último señalamiento da cuenta de que la república Bolivariana no puede considerarse más que en in­ci­­­pien­­te, ambivalente y frágil (aunque cada vez parece ser menos incipiente, menos ambivalente y mucho menos frágil) pro­­ce­so de instauración, con­solidación y, utopía mediante, de redespliegue humanizador que, en la práctica del estado –hoy en sustantivo proceso de centralización societal- está adquiriendo fuertes matices sincréticamente cristianos, étnicopopulares, antimperiales, soberanistas, indoafroamericanistas y socialistas de cara al siglo veintiuno.
Proceso sociopolítico y económico-cultural que contiene en sí mismo la posibilidad de la fuga a cualquier pasado u origen,
en es­pe­cial si con­si­­de­ra­mos que las salidas a las crisis y las inno­va­ciones democráticas, autonómicas y soberanistas están determinadas no sólo por los pro­pios tér­minos que las sus­citan (su geometría del poder en términos del proyecto bolivariano nacional en marcha, o su propia gramática en términos del filólogo político marxista italiano, Antonio Gramsci), sino, también porque estamos atados sicoanalíticamente –aunque personalmente creo que no ineluctablemente- a la repetición de nues­tras formas de pensar, oír, hacer, sentir y so­ñar, que son las mis­mas que condujeron a las situaciones que se desean superar. No es casual que el Marx del Dieciocho Brumario haya escrito que “Los hom­bres hacen su propia historia (aunque no sepan qué historia es la que hacen, C. B.), pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circuns­tancias elegidas por ellos mismos, sino bajo (aquellas) en que se encuentran directamen­te, que existen y les han sido legadas por el pasado”, y, condición imprescindible para la concreción de lo real, en vinculación orgánica con la voluntad social, el estado de la producción de conocimientos y saberes y las cambiantes correlaciones de fuerza política, social, económica y cultural.
Dichas circunstancias se encuentran enraizadas en el vie­­jo sistema (neo)colonial-oligárquico de re­la­cio­­nes so­cia­les que, re­­­sistiéndose a ser ol­vi­dado, continúa pro­­lon­gán­dose y dando coletazos, cada vez más desesperados y moleculares, hasta que el nuevo sistema de relaciones societales se consolide multitudinaria y protagónicamente, pero en cuyo ín­terin continuarán suscitándose –ojalá no por largo tiempo- sín­­tomas mor­­bo­sos y anómicos pletóricos de puntos de estrangulamiento, tur­bu­len­­cias y entropías, a veces in­sos­pe­­cha­das.
La crítica al capitalismo y a la racionalidad neomoderno/colonial euroangloyanquicéntrica, ha abierto espacios para el reconocimiento, la validación y el redespliegue de los saberes étnico-populares (urbanos, campesinos, indígenas, afrodescendientes[1]) secularmente subalternizados que, devinieron en ex­clui­dos en tan­to disonantes de la lógica que sustenta esa práctica académica legitimadora de sistemas opresivos –anteayer coloniales, antier gomecistas, ayer socialdemócratacristianos, hoy neoadjetivados de tales y, por ello mismo, deslegitimados como consecuencia de haber agotado sus capacidades de dar cuenta de un mundo cada vez más heterogéneo, plural, protagónicamente democrático y, por ello, problema­tizador de la globalización neoliberal, del posmodernismo neoconservador y la ho­mo­ge­nei­za­ci­ón imperial desarticulante.
Es así que en nuestro país está planteado el encuentro dialógico y recíprocamente enriquecedor de conocimientos y saberes en la praxis societal misma y no exclusiva ni reductivamente en la universidad: ám­bito privilegiado de la ciencia tecnoburocráticamente organizada y del trabajo social tradicionalizado, pragmatizado y laigtizado. Esto significa que lo global y lo local, lo universal y lo particular, lo singular y lo colectivo no son enti­dades prexistentes ni, mucho menos, excluyentes, sino niveles, dimensiones y espesores que se alimentan multidimensionalmente al mo­men­to mismo de imaginar, simbolizar y concretar realidades (que no son de principio ni subjetivas ni objetivas a priori) que, en el momento mismo de ser subjetivadas se objetivan y, a propósito de ello, exigen nuevas formas de a­bor­da­je, intervención, debate y construcción colectiva que suponen el diálogo, la interpelación, la construcción de puentes o vasos comunicantes entre los saberes disciplinarios, interdisciplinarios, transdisciplinarios, poscientíficos, interdóxicos y, por qué no, transhistóricos si asumimos la existencia freudiana del sujeto del inconciente.
Entre los variados referentes empíricos del mencionado encuentro dialógico de saberes y conocimientos, encontramos, al menos, los siguientes:
·         Nuevos y profundos cambios que se vienen produciendo en la cartografía política, social, cultural y económica venezolana, encarnados por densos conglomerados humanos que están construyendo y redesplegando nuevas subjetividades y sensibilidades, nuevos imaginarios, ilusiones, mitos y sueños, nuevas aspiraciones, afectividades, absolutos y espriritualidades.
·         Configuración de nuevas formas de interpelación política, social, cultural, científica, religiosa e ideológica, de nuevas articulaciones del estado, el sistema político, el mercado y la sociedad civil ahora fundados sobre lo micro y comunitario, lo molecular y lo multitudinario.
·         Construcción incipiente de un nuevo modo estatal-societal de alimentación recíproca de la satisfacción de carencias y el potenciamiento de aspiraciones sociales con el desierato humanizador de la sociedad venezolana.
·         Nuevos espacios y tiempos de alimentación del trabajo social académico-universitario (fuertemente teoricista, metodologicista y pragmatista) con el trabajo social operativo-gerencial estatal y civil (fuertemente administrativista, practicista, asistencialista) y, fundamentalmente con los nuevos tipos de demandas, antes considerados servicios asistenciales y hoy societalmente politizados como derechos, que han desbordando el campo tradicional del trabajo social.
Lo anterior significa que si la sociedad venezolana está experimentando cambios estructurales y sistémicos de largo alcance, estos están demandando de los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales –que forman parte de la ciencia técnica social y humanística- nuevas habilidades, facultades, competencias y formas de actuación en el complejo campo del trabajo social[2]; asimismo, nuevas formas de pensar, ejercer y vivir el oficio en el que fuimos formados; finalmente, nuevas agendas de debates y fraguas de modelos alternativos de intervención-acción-implicación comunal y societal. Esto de alguna manera nos habla menos de LA práctica DEL trabajo social y más de sus plurales (el hecho social, el hecho comunicacional –y el trabajo social como el periodismo son un hecho social indiscutible- no es propiedad de ninguna categoría profesional, científica o política) que, hoy como ayer, se nos presentan como promisorios. Promisorios porque quizás no tengamos que esperar demasiado para que nuestras competencias, habilidades o facultades teóricas, técnicas, políticas y éticas (mediatizadas aún por las estructuras sicosociales que la cultura política ges­tada a partir de 1958 creó en diversos sectores poblacionales a los cuales pertenecen no pocos trabajadores sociales y trabajadoras sociales) nos permitan en el corto plazo, colocar las frágiles prácticas de investigación, extensión, enseñanza, aprendizaje y ejercicio tecnoprofesional que se realizan en y a partir del campo problemático que es el trabajo social mismo, a tono con las estrategias de vida y el cambio epocal que convivenciamos y experienciamos en nuestro país.
Se trata, en fin, de referentes empíricos que están interpelando la inventiva y actuación decididamente humanística, científica, poética, praxiológica, profesional, comunitaria, barrial, institucional pero esencialmente societal de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que, al igual que amplios grupos de agentes de la pedagogía, educación, sicología, promoción, gestión, terapia sociales así como técnicos superiores y licenciados de otras áreas del saber, están implicados en la satisfacción de carencias y el potenciamiento de aspiraciones individuales y colectivas -que, al igual que lo social, la cuestión o problemática social, la asistencia, el bienestar y la seguridad social (individual, pública, colectiva) no son propiedad de ciencia o tecnología, disciplina o profesión, arte o artesanía, oficio o vocación, técnica o gestoría social o humana alguna-; asimismo, están planteando la necesidad de reconocer la fragua de un trabajo social –mejor dicho societal- que viene siendo realizado por otros medios no tecnoburocráticamente organizados; se trata de un trabajo social práctico-empírico que –con carácter societal- está siendo realizado por amplios colectivos de artesanos y artesanas, constructores y constructoras, luchadores y luchadoras, líderes y liderezas, emprendedores y emprendedoras so­cia­les, productores y productoras de procesos económicos, familiares, políticos y culturales especialmen­te comunitarios, cuyo particular tipo de razonamiento lógicosocial o socio-lógico, articulado a la singularidad de sus inserciones –vgr., mediante mesas técnicas, comités de salud, comités de agua, asambleas de barrio, consejos comunales, parlamentarismo de calle, etc.- en la trama societal, pareciera estarles potenciando un modo de toma de decisiones singular-co­lectivas sustentadas en el diálogo fraternamente crítico-au­to­crí­tico, en la deliberación sensiblemente razonada y racionalmente sensible, a partir de una multiplicidad de posicionalidades y miradas.
Todo un reto al discurso de la universidad para el cual la Ciencia produce un conocimiento que sólo les pertenece a los más esclarecidos, esto es, a los sa­bios ilustrados. Todo un desafío –ojalá tan estremecedor como el Pachakutik- para los amplios grupos de trabajadores sociales y trabajadoras sociales que viven, por un lado, subsumidos en las urgencias del día a día y han hecho del lamento su modo de comunicación quejumbroso, y, por otro lado, obnubilados por el discurso del capitalismo tratando de hacer –con éxito nada despreciable- del trabajo social una práctica reproductora y expansiva de la lógica de la modernidad, la libre iniciativa privada y del imperio[1]. Asimismo, para quienes se encuentran en incipiente y focal proceso de búsqueda de estrategias de articulación de la sabiduría étnico-popular con el carácter segregante y elitista de la ciencia y la universidad, fundamento de un incipiente modo de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes prácticos, esclarecidos, prudentes y sabios que den sentido y significado a un nuevo ser, pensar y decir en el mundo.

III.
Un nuevo escenario principal de la historia en Venezuela y nuestra América se está configurando y en él estamos intentando colocarnos en situación de poder comenzar a representar la trama del trabajo societal, uno que desde nuestra tesis de licenciatura en Costa Rica hace varias lunas y que hasta hace pocos soles, denominé el trabajo social que estaba por hacerse y que hoy feminizamos y denominamos, a manera de provocación fraterna y, más aún, de irreverencia epistémica, la TRABAJOSOCIETALOGÍA DE LA LIBERACIÓN//emancipación sin fronteras que está comenzando a germinar –hay indicios o síntomas de ello- en algunos lugares de nuestra América.[1]
Con éste y otros términos significamos no una propuesta rebuscada de cambio de nombre del trabajo social, sino un cambio en la producción de su sentido que apunte a la búsqueda de estrategias de articulación del carácter prudente y convivencial del sentido común y la sabiduría popular con el carácter segregado y elitista de la ciencia, la universidad y del derecho[2], fundamento de una nueva concepción y práctica del trabajo social, mejor dicho, de la trabajosocietalogía de la liberación sin fronteras –pero no sin itinerarios basados en principios- que intentamos simbolizar.
Se trata de una provocación liberalógica no disciplinaria, a la que le hemos a­sig­nado una doble función:
1.      Llamar la atención sobre la extensa, diversa y ampliamente difundida literatura sobre teología de la liberación, sicología de la liberación, filosofía de la liberación, humanidades de la liberación y, aunque los sicoanalistas postulan que el sicoanálisis es por definición liberador del sujeto en tanto sujetado al inconciente, no está de más reiterar su carácter liberador, especialmente significado en el dicho de Freud cuando, al llegar en 1909 a Nueva York y viendo el jolgorio con el que se le recibía, le dijo a su discípulo Carlos Gustavo Jung “lo que no saben es que les traemos la peste” (es decir, la subversión)[3].
Esta es la cuestión: liberación versus represión; bloqueo versus desbloqueo; invención versus repetición. En este sentido preguntamos si existe entre los y las agentes del trabajo social –en la perspectiva de un tipo o género de ciencia o modo no paradigmatizado de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes y, por ende, de una trabajosocietalogía de la liberación/emancipación- un malestar problematizado como experiencia societal, y si la respuesta es afirmativa como esperamos que sea, podremos parafrasear muy mediatizadamente al Mires[4] freudiano diciendo que esta fuerza que es el malestar[5] en tanto miedo y deseo al mismo tiempo, tenemos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que asumirla, concientizarla, compartirla y organizarla con pasión subversiva en el centro mismo de las multitudes[6]. Sólo así podremos estar en condiciones de darle rienda suelta a nuestros poderes creadores y asumir –cada trabajador social y trabajadora social al nivel, dimensión y espesor de la realidad a la que hemos sido lanzados o ido a parar- el deseo de contribuir a cambiar el curso de las cosas que tanto nos molestan. Y creo que este deseo comienza con el debate, fraterno pero sin concesiones, de los supuestos básicos constitutivos de la singularidad-especificidad del trabajo social como de los generales constitutivos de su universalidad.
2. Llamar la atención sobre la libertad que cada uno tiene de querer asumir el compromiso implicado en la refundamentación misma del trabajo social[7]: encarnar y profundizar la doble ruptura e­pis­te­mo­lógica (también ontológica y hermenéutica), consistente en la deconstrucción de la arrogante hegemonía de la ciencia moderna pero rescatando la promesa que ella genera y frustra al mismo tiempo, y que está significada en la producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes prácticos, esclarecidos, sabios, socialmente producidos y democráticamente distribuidos[8] en el proceso mismo de creación, traducción y satisfacción de carencias y aspiraciones sociales (individuales y colectivas), recíprocamente sobredeterminadas por las necesidades de humanización de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo y por las de la vida misma de la naturaleza, la pachamama, nuestra madre-patria tierra.
3. Endogenizar –refundamentándolas- la doxa y la episteme, la mayéutica y la fronesis, el logos y la nosis, la ontología y la hermenéutica en y a partir de las prácticas pensantes del trabajo social, pues de lo que se trata hoy es de un proyecto ético-estético y geo-bi­o­-político de producción de conocimientos y saberes a partir de las cuestiones que, desde las raíces profundas de su sabia do­xa multiétnica y pluricultural, mestiza y sincrética, nues­tros pueblos y naciones han colocado en la a­gen­­da de discusión local y global.
Finalmente, pero no para cerrar el discurso sino para redesplegar el debate, preguntamos ¿cuáles son los desafíos implicados en esta convocatoria que sólo intenta atenerse a los procesos de cambio epocal en marcha de los que estamos siendo arte y parte, así sea que seamos capaces o no de soportarlos? Puntualizamos los siguientes cuyo referente empírico si bien es lo real venezolano[9], nos parece que tienen pertinencia para los colegas de de nuestra América:
1)      Refundamentar ética, ontológica, epistemológica y hermenéuticamente el trabajo social y remitir sus inagotables prácticas: científica, técnica, profesional, académica, poética, ecosocial y biopolítica, a las nuevas plataformas de vida democrática participativa y protagónica.
2)      Relanzar la relación de conocimiento del trabajo social consigo mismo, con las comunidades productoras de conocimientos y saberes y con el clima político-cultural e ideológico-simbó­li­co de la época que recién estamos transitando a inicios del siglo veintiuno.
3)      Resemantizar las  leyes de ejercicio del trabajo social y de los colegios de trabajadores sociales (y, por qué no, de los profesionales de las denominadas tecnologías y ciencias sociales y humanidades), a los fines de que dejen de ser instrumentos meramente gremialistas, reivindicacionistas, corporatistas, economicistas y representacionistas.
4)      Resignificar la figura unitaria pero plural, democrática y transdisciplinariamente integralizadora de los colegios nacionales, instaurando en la praxis del trabajo social la ética de la efectividad y el redespliegue de las capacidades innovativas sobre la base del involucramiento en los asuntos que nos concierne como ciudadanos, académicos y profesionales.
5)      Instaurar novedosos dispositivos de poder compartido en los colegios, tales como los observatorios nacionales de política social y desarrollo social así como la construcción de redes sociales de participación y contraloría social, mediante las que podríamos vincularnos orgánicamente a los procesos constitucionales en cada país.
6)      Instaurar afinamientos éticos, ideológicos, políticos, académicos, científicos y sociales que potencien al trabajo social (práctica disciplinaria, interdisciplinaria, multidisciplinaria y transdisciplinaria de la intervención-acción implicada en la trama societal); asimismo, la alianza estratégica con quienes realizan el trabajo social (una específica práctica social, un campo problemático de actuación societal y praxiológica) por otros medios: técnicos y licenciados en promoción social, educación social, orientación social, mediación social y familiar, terapia social, gerencia social, gestión social, urbana y local, pedagogía social, desarrollo humano y otras carreras consustanciales al trabajo social.
7)      Optimizar la formación, capacitación y facultamiento de los y las agentes del trabajo social para agregarle valor a su praxis y, por ende, a las capacidades de las organizaciones académicas y profesionales del trabajo social, de la sociedad civil y el estado.
8)      Innovar formas de ruptura de los encapsulamientos que mantienen bloqueada la invención indómita de amplios grupos de trabajadores sociales y de trabajadoras sociales; ello a fin de, por un lado, constituir al trabajo social en una práctica social trans(meta)disciplinaria recíprocamente alimentada por los conocimientos de la ciencia-técnica y los saberes étnico-po­pu­la­res, y por otro lado, construir los fundamentos de una epistemo­lo­gía del indicio y del acompañamiento a sujetos individuales, institucionales y colectivos pertenecientes a multitudes, clases, pueblos y naciones, que incluyen también a trabajadores sociales y trabajadoras sociales, en sus proyectos de sobrevivencia y de vida, de reproducción social e individual.
Dicha epistemología se refiere especialmente a lo siguiente[10]:
a.       Los modos en que las sociedades alimentan recíprocamente la satisfacción de carencias y el potenciamiento de aspiraciones sociales con el desierato humanizador del vínculo social, la protección y fortalecimiento de la biodiversidad y la autosustentabilidad del globo terráqueo.
b.      El debate fraterno pero sin concesiones éticas, políticas ni intelectuales entre verdades, conocimientos y saberes, como base de creación y redespliegue de sociedades sociocráticas de estado social de democracia participativa y protagónica, derecho y de justicia.
c.       La construcción de una cultura de paz, justicia, multietni­cidad, pluriversalidad e integración fraterna sobre bases eco-geo-biopolíticas fundamentales del desarrollo biosicosocial, cultural y económico endógeno y autosustentable.
d.      La construcción de mundos de vida fundados en la práctica cotidiana del bien-estar, bien-ser, bien-tener, bien con-vivir, de la solidaridad, cooperatividad, fraternidad, equidad y justicia y de las normas que regulan y potencian la convivencia pacífica en sociedad
e.       La construcción de bienestares y plenitudes individuales y colectivas que se basen en el ejercicio inalienable de la democracia, libertad de conciencia y de pensamiento, del derecho a la propiedad individual, social y colectiva; asimismo, a la diferencia, autonomía, soberanía y al disenso.

A Modo de Inconclusión

Hemos seguido nuestra propia subjetividad y recorrido un mapa noseológico ribeteado de puntos suspensivos y fronteras espectrales, que nos ha servido para proyectar una problemática crucial para los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales (pero también para los y las agentes de las denominadas ciencias y tecnologías sociales y humanísticas), sin pretender llegar a respuestas mucho menos definitivas.
Quizá en este recorrido hayamos dejado la impresión de complicar más que facilitar, la comprensión de las razones por las que nos sentimos desafiados por una realidad que, en sí misma, es irreverente y, por ello mismo, nos desborda si no aprendemos a surfiar rápidamente sobre las olas de su movimiento histórico.
No obstante, como descargo compartimos una paradoja sencillamente humana, que resumimos -evocando el doble sentido sicoanalítico- de la siguiente manera: lo que aquí hemos dicho no es todo lo que hemos ha­bla­do, no obstante que todo lo dicho es lo que pensamos, aunque pensamos que, en verdad, sujetos del inconciente al fin, hablamos más de lo que siempre decimos.
Lo cierto es que esta comunicación está inscrita en la humildad de la búsqueda de un punto de partida cuyo ojo del huracán es el equívoco y la incompletud: nuestro verdadero punto de apoyo que, en todo caso, no es el único ni mucho menos el mejor; sólo es uno posible, ojalá creíble para quienes han aceptado nuestra convocatoria y nos honran con su presencia, esperando que el esfuerzo reflexivo realizado, parcial e inconclusamente, sea de alguna utilidad para los y las participantes, al menos para alimentar desde la posicionalidad de cada quien, la faena de los días subsiguientes.


[1] Tesis publicada sintéticamente en los tres artículos siguientes: (1979) "Anotaciones para una crítica a `La Reconceptualización' del Servicio Social", Revista de Filosofía, Vol. XVII, No. 45, Universidad de Costa Rica; (1984) “¿Qué es eso que se llama trabajo social?”, Revista de Servicio Social, Vol. 1, Nº 3, 1999, Universidad de Con­cep­ción de Chile; (1994) “Trabajo social: ¿productor, difusor o consumidor de conocimientos? Notas epistémicas”, Cuadernos de Trabajo Social, No. 7: 41-51, Universidad Complutense de Madrid. Referencias de mi línea investigativa en los últimos años, ver (2005 [2000]) “Anotaciones para una reflexión sobre la geopolítica de la producción de conocimientos y verdades”, Revista Colombiana  de Trabajo Social, No. 19:83-97; (2001) “La Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Un espacio para producir conocimientos”, Revista Venezolana de Trabajo Social, Vol. 1, No. 1:137-161, LUZ; (2002), “Proyecto de Ley del Trabajo Social de 


[1] Para un ensayo crítico a este tipo de trabajo social que denominamos light, ver el apartado “El trabajo social light” de Barrantes (2005), “¿Es el sur el norte del trabajo social? Entre el angloeurocentrismo y la geopolítica de la producción de conocimientos y saberes en la alborada latinoamericana (un texto cualquiera que apenas desea ser escrito)”, ponencia central presentada al Primer Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social “El Trabajo Social Crítico en el Contexto Latinoamericano. Propuestas Alternativas para la Construcción de una Nueva Sociedad”, organizado por la Asociación de Egresados de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 5-8 de octubre de 2005.


[1] Si bien los centroeuropeos, anglosajones y, más recientemente, los asiáticodescendientes, indúesdecendientes, árabedecendientes, judeodecendientes, servodescendientes, croatasdescendientes,…forman parte de la gran patria que soñaron Bolívar y todos los próceres, héroes y heroínas de los procesos independentistas, la verdad es que estos grupos humanos forman parte de los estatutos sociales, políticos, ideológico-simbólicos y culturales de cierto privilegio y hasta elitismo que contrastan con las condiciones de vida de las etnias y naciones originarias y mayoritarias a lo largo y  ancho de nuestra América. Pero aún y no sólo a pesar sino a propósito de este hecho histórico, la contribución de dichas culturas al proceso de decantación de la raza cósmica indoamericana (Vasconcelos1982, 1992), son innegables.
17. Barrantes, César (2006) “Trabajo social de siglo veintiuno. Una crítica al discurso brasileños et. alli”, en Revista Katálysis, 2º semestre de 2006, Universidad Estadal de Santa Catarina, Brasil. (2007), “Del trabajo social a la trabajosocietalogía. Una provocación epistémica en tiempos de globalización, posmodernidad e imperio, ponencia magistral presentada al Seminario Internacional de Trabajo Social con motivo del lanzamiento de la Carrera de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 20-24 de mayo de 2007, con la cooperación de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Ryerson de Toronto.


[1] Una sintética mirada sociopolítica y políticosocial de finales del siglo pasado se ofrece en “Crisis estructural y desestructura­ci­ón social en Venezuela. Comentarios para una reflexión”, capítulo II de Barrantes, César (1997), El apoyo a la economía popular en Venezuela. ¿Hacia una política social orgánica de estado?, Editorial Tropykos, FACES-UCV, Caracas.
[2] El sur también existe, nuestro norte es el sur, pero también nuestro norte es el sur que dentro del norte ha quebrado la homogeneidad de éste.

sábado, 21 de abril de 2012

TRABAJO SOCIAL Y POLITICA PÚBLICA LOCAL EN EL MARCO DEL PARADIGMA DE LA PROTECCIÓN INTEGRAL DE LA NIÑEZ



Segunda Convención Nacional de los Trabajadores Sociales y las Trabajadoras Sociales de la República Bolivariana de Venezuela

Segundo Foro Internacional de
 Trabajo Social  

Octubre 2009


RELATS



Irazusta Marcelo


I.-        INTRODUCCIÓN
La  comprometida y, al mismo tiempo, esperanzadora realidad de nuestra amada Latinoamérica-Caribeña, coloca al trabajo social en un posicionamiento desafiante no solo por  sus consecuencias fácticas (desigualdad en la distribución de la riqueza, pobreza, indigencia, violencia, etc.), sino también por los nuevos elementos jurídicos y políticos que, en los últimos veinte años, se han ido afianzando tanto en el contexto internacional como nacionales dando lugar al surgimiento de un nuevo paradigma social: la Protección Integral de los niños.
A fin de desarrollar adecuadamente el presente trabajo no puedo dejar de señalar que se tendrá en cuenta, como piedras angulares,  a la Convención internacional sobre los derechos de los niños y al Plan de Acción mundial aprobado por las Naciones Unidas durante la Sesión Especial del año 2002 y plasmado en el documento “Un mundo apropiado para los niños”. Allí los dirigentes concertaron por unanimidad (fue aprobado por todos los países del planeta, aún por EE.UU. y Somalia que todavía no adoptaron la Convención Internacional) un nuevo programa a favor de los niños del mundo y en colaboración con éstos que comprende 21 metas y objetivos concretos de cumplimiento durante los próximos 15, 20 y 30 años, además de fijar pautas claras acerca de las nuevas formulaciones de políticas públicas sociales.
A modo de aproximación adelantaré que el Plan de Acción establece tres resultados necesarios: la mejor base posible para la vida futura del niño, el acceso a una enseñanza básica de calidad, incluida una educación primaria obligatoria y gratuita, y numerosas oportunidades para que los niños y los adolescentes desarrollen su capacidad individual. Son decididos los llamamientos encaminados a apoyar a las familias, eliminar la discriminación y combatir la pobreza. Se insta a una gran variedad de agentes y asociados a que tomen parte, con inclusión de los propios niños, los padres, las familias, y las demás personas encargadas del cuidado de los niños, los gobiernos locales, los parlamentarios, las ONG, el sector privado, los dirigentes religiosos, espirituales, culturales e indígenas, los medios de comunicación, las organizaciones regionales e internacionales y las personas que trabajan con niños.

Estadísticas que duelen.

No soy gregario de las citas estadísticas porque las mismas despersonalizan el problema. No obstante ello, resulta significativo resaltar algunos datos que ponen en relieve el contexto real en la que está sumido nuestro pueblo latinoamericano y caribeño. Sin embargo sí quiero apelar a la experiencia, esa que nos pone frente a frente con el dolor cotidiano, es decir, aquella niña, niño y/o adolescente sobre los que inciden diariamente un sinnúmero de situaciones problemáticas y que sufren, que tienen sentimientos encontrados de amor-odio, que perciben, que buscan una salida a su situación y a veces la encuentran… otras veces no.

Expresar que la realidad contextual de nuestra región es cruda e hiriente no es novedoso.  Brota con solo observar la distribución de la riqueza de nuestra comunidad. Conforme el informe del año 2008 de UNICEF (teniendo en consideración datos del año 2004) el 56% de la riqueza se acumula en el 20% de su población con mayores ingresos en tanto que el 40 % de la población con más bajos ingresos acumula solamente el 12 %. Esta situación inmoral imperante solo es superada en el mundo por la región de África  Oriental y meridional (58 y 11% respectivamente)[1]

La lógica consecuencia de tamaña desigualdad no puede sino trascender en graves problemas sociales de los cuales, nuestros niños, resultan ser sus principales victimas.

Así, y siguiendo con el citado informe,  en nuestra región se producen un total de 11.418.000 nacimientos anuales. De ellos la tasa anual de mortalidad neonatal, es decir, la que se produce hasta el primer mes de vida, es de 15/1000 (15 por cada 1000 niños nacidos con vida), en tanto la tasa anual de mortalidad infantil hasta los 5 años es del 27/1000 (el 10 % de la totalidad de población de Caracas). Este primer dato resulta muy importante a tener en cuenta toda vez que refleja que más de 60% de la mortalidad infantil producida antes de los 5 años acontece durante el primer mes de vida.

En esta realidad inmoral y consecuente con ella emerge el escabroso índice de desnutrición infantil alcanzando al 7% de los niños menores de 5 años (peso moderado o grave inferior). La muerte materna durante el nacimiento en nuestra región es de 130/100.000 (realidad contrastante con lo ocurrido en países industrializados que es de 8/100.000).

El derecho a tener una identidad consagrada en la CIDN no se cumple en el 11% de los niños menores de 5 años dado que no se encuentran debidamente registrados. Son 54.000 niños menores de 14 años los  que padecen HIV.

El trabajo infantil en niños entre 5 y 14 años llega al 11% del total en tanto el 33% de los niños y el 29% de niñas desertan de la enseñanza secundaria.

Por último, sin pretender realizar un análisis acerca de todas las implicancias atinentes al aborto, circunstancia de examen extenso que excede este trabajo, si quiero indicar la falta de planificación familiar y su consecuente, los embarazos no deseados. Se evita anualmente el nacimiento de más de 4.500.000 niños en toda la región. Ello equivale a decir que en los últimos 6 años la cantidad de abortos producido en la región latinoamericana y caribeña superan a la totalidad de la población venezolana.

II.- NACE UNA ESPERANZA: LA CONVENCION INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS.
En el año 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas, tremoló un hito jurídico trascendental: La Convención Internacional sobre los Derechos de los Niños (CIDN). De aquellos primeros 41 países que lo aprobaron, hoy a casi 20 años, las cifras se han elevado a 191, restando ser adoptado solamente por EEUU y Somalia.
Esta Convención, la Cumbre Mundial de la infancia celebrada en el año 1990 y la Sesión Especial de las Naciones Unidas del año 2002 que promoviera el Plan de Acción mundial plasmado en el documento denominado “Un mundo apropiado para los niños” (Plan aprobado por la totalidad de los países del planeta – más aún también por Somalia y los EEUU), trajeron consigo planteos muy profundos a partir de la constitución de un nuevo paradigma social: La Protección Integral de nuestros niños. Este nuevo paradigma echa por tierra la vieja doctrina de la situación irregular  y coloca a nuestras comunidades frente a profundos desafíos a partir de los cambios que implican básicamente la concordancia entre la CIDN y la formulación de políticas públicas como así también en la adecuación de marcos legales adecuados y las distintas intervenciones sociales que se practiquen.
         A modo de introducción resulta conveniente señalar que la CIDN trajo consigo una serie de aportes que deben tenerse en cuenta. Entre los más importantes merecen destacarse los siguientes:
v     Los niños son, ante todo, seres humanos con derechos comunes a todos y propios de acuerdo con su condición.
v     Esta condición tiene como punto referencia la edad de 18 años. En Argentina se declaró que “debe interpretarse en sentido que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad[2].
v     Los Estados Partes deberán adoptar todas medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar  efectividad a los derechos reconocidos en la CIDN.
v     Se insiste en privilegiar la participación, el acceder a información apropiada para su desarrollo, y la libertad de creencias, de expresión, de asociación y de celebrar reuniones pacíficas.
v     Se adoptarán todas las medidas apropiadas para  promover la recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo niño víctima de abandono o cualquier tipo de maltrato.
v     El Estado debe ayudar a las familias para que éstas, puedan ayudar a sus hijos.
v     Se resalta el principio rector del interés superior de los niños en cualquier medida que deba adoptarse.
v     No sólo se tratará de garantizar la supervivencia, es decir, una verdadera lucha contra la mortalidad infantil en el marco de un inclaudicable derecho a la vida, sino que  también, y lo incluye, a reconocer y garantizar, a través de las personas responsables de su custodia y de la ayuda que el Estado le pueda brindar a estos, el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.
v     Al comprometerse los Estados Partes a brindar periódicas informaciones, se promueve la creación de sistemas de monitoreos más eficientes a fin de correlacionar los datos de la realidad con la CIDN. Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la CIDN encierra un fuerte compromiso en la asignación y el buen uso del gasto público, teniendo como sustento el interés superior de la niñez (aspecto comprendido, aunque superado por el artículo 3 inc.1 de la CIDN). Así, a modo de ejemplo, se puede señalar el artículo 4 "...En lo que respecta a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Partes adoptarán esas medidas hasta el máximo de los recursos de que dispongan y, cuando sea necesario, dentro del marco de la cooperación internacional"; y el artículo 6 inc.2 "Los Estados Partes garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño

¿Qué ámbitos o sectores básicos debe atender la política pública para garantizar el cumplimiento de los derechos consagrados por la CIDN?
Se considera que, al menos, son seis los aspectos a tener en consideración, a saber:
v     Provisionalidad: Se deben tener en cuenta todos aquellos programas que permiten garantizar a todos los niños el cumplimiento de los derechos consagrados en la CIDN.
v     Protección especial: En este apartado se tiene en consideración a todos aquellos niños que se encuentran en situaciones problemas difíciles o en condiciones de vulnerabilidad. Es válido destacar que, si bien en la Convención se señalan diversas situaciones especiales, ellas no son limitadas pudiéndose (debiéndose) diseñar distintas acciones para evitarlas.
v     Participación: No deben ser considerados solamente como agentes receptivos o pasivos, sino que deben y tienen derecho a opinar, a ejercer la libre expresión, aún en aquellos temas que otrora eran considerados casi de exclusividad para los especialistas.
v     Prevención y Promoción: Apuntando a través de estas acciones a la no repetición de situaciones que se han naturalizado configurando un círculo de victimizaciones, de pobreza, de repeticiones reproducidas generacionalmente; posibilitar  rupturas y el desarrollo de otras posibilidades subjetivas para los niños y adolescentes; impulsar la realización de acciones y la formación de determinados conocimientos y representaciones, difusión de información para generar la apropiación por parte de los mismos de esos conocimientos para favorecer su internalización, la cual constituye la base para la comprensión y la aprehensión del mundo en cuanto realidad significativa y social. Se propone la concreción de sistemas de información y monitoreo eficientes que den cuenta del Estado que guarda la aplicación de la CIDN en las diversas regiones del país.
v     Los derechos culturales, políticos, económicos y sociales también son considerados por la CIDN.

III El Paradigma de la Protección Integral y el trabajador social. La intervención social.

A lo largo de este trabajo trataré de desarrollar lo más detalladamente posible los distintos aspectos del nuevo paradigma social que nutre a la Convención Internacional. A partir de ellos considero importante analizar  como este cambio paradigmático influye en la intervención del trabajador social y, así también, que aporte puede brindar el trabajo social en el proceso de cambio que vivimos.
Las modalidades de intervención, entendiéndose por ella a las perspectivas teóricas metodológicos que sitúan las labores profesionales formuladas en el desarrollo de actividades, aplicación de líneas de acción y técnicas, necesidades sentidas y no sentidas y diagnósticos del problema han cambiado a la luz del nuevo paradigma.

Ello se da no solo en el nivel macro, es decir, integrando las funciones y objetivos que refieren a la planificación del desarrollo y formulación de las políticas públicas (desarrolladas ampliamente en este trabajo) como también en una perspectiva micro-social) nivel este donde se lleva a la praxis directa de acción social, aquellas políticas y estrategias que se definieron en el nivel macro-social. En este sentido resulta muy importante que la información surgida del proceso y resultado de estas acciones deberían regresar al nivel macro para proceder a un análisis integral y así, si es necesario profundizar o reformular la planificación de las políticas sociales publicas.

El desafío del cambio es profundo y complejo. Durante gran parte del siglo pasado las intervenciones sociales hacia los niños estuvieron signadas bajo la doctrina de la situación irregular. Esta concepción forjaba las intervenciones de los profesionales de las distintas disciplinas sociales, en especial el trabajador social, partir de creencias y valores que consideraban a la familia tradicional y la idea del niño como un objeto de derecho, es decir incapaz de poder tomar decisiones por si mismo. De tal forma sobre las familias, especialmente las de inferiores recursos se aplicaban acciones de carácter correctivas ya que eran consideradas disfuncionales al ordenamiento social imperante, tenían en sus espaldas el peso de su responsabilidad por la situación en que se encontraban dando lugar al paradigma de la desviación. Había que enderezar al que estaba en la mala senda y por ello las mejores respuestas no eran otras que la de modelar sus conductas, controlar y socializar a los sujetos, los que eran vistos como carenciados, pasivos con capacidad única para aceptar su propia situación y recibir así una particular ayuda en forma de limosna.

Este modelo de intervención inspirado en el paradigma de la situación irregular se fortaleció en gran modo a lo largo de toda la región latinoamericana y caribeña en casi todo el siglo pasado. El niño/niña y/o adolescente resultan ser objetos de derechos, es decir personas sin capacidad/posibilidad de poder expresar sus inquietudes y necesidades.

El Estado se transformaba en un gran “pater” protector-corrector fundamentalmente hacia los niños de familias “carecientes”, teniendo como respuesta asistencialista/caritativa casi excluyente la fuerte intervención de los Tribunales y los orfanatos. Catalina Wainerman  expresa con absoluta certeza al hacer referencia a este tópico que “frente a los desposeídos o marginados la confianza en función del progenitor se desvanece y la indiferencia del Estado se transforma en el espectáculo de niños y adolescentes adueñados por el propio Estado asume la función “normalizadora” ante los actos de desviación que ponen en riesgo al sistema” (1).
A pesar de estar vigente la CIDN la justicia de menores y las formulaciones de políticas públicas continúan teniendo presentes, a la hora de su aplicación, a todas estas normas vigentes inspiradas en un paradigma totalmente contradictorio con el de la Protección Integral que nutre a aquella.
De esta forma, y bajo la concepción de la situación irregular que aun  predomina en varios países, da cuenta de que los proyectos de acción social hacia los niños y sus familias en condiciones de vulnerabilidad van a responder básicamente a demandas puntuales. Así en términos generales, las respuestas se mediatizan en dos aspectos fundamentales: asistencia directa y atención institucional. 
La primera de ellas en forma de alimentos, vestimentas, medicamentos, chapas y otras que, en general, son distribuidas por el Estado y por las Organizaciones no gubernamentales. Este modelo tiene su basamento en la baja participación comunitaria en la formulación de políticas públicas y en la ejecución de las mismas imponiéndose una dependencia de la población beneficiaria.
El segundo, se constituyó como una variante de “protección” y se efectúa a partir de la internación en macro-instituciones o, mas modernamente en los denominados pequeños hogares y sistemas de acogimiento familiar (familias sustitutas).
Otra característica importante a tener en cuenta es que, para este esquema de análisis la idea general en cuanto a la inserción del estado en su responsabilidad descansa en la siguiente idea: Primer responsable es la familia y, en caso de su ausencia o no conveniencia, surge la responsabilidad del Estado, encontrándose finalmente la sociedad.

A partir de la concepción de  la Convención Internacional sobre los derechos del niño y la profundización de este proceso con normas internacionales y con planificaciones consensuadas planetariamente (Cumbre Mundial de la Infancia -1990- y la Sesión Especial de las Naciones Unidas -2002) comienza a enraizarse en la vida social de los pueblos un nuevo paradigma social: “ La Protección Integral de la Niñez". Este nuevo posicionamiento paradigmático situado en el extremo opuesto a la doctrina de la situación irregular coloca al niño no como un objeto de protección o tutela sino como un verdadero sujeto de derechos promoviéndose el interés superior del mismo en cualquier medida que se adopte.

Este nuevo paradigma tiene como sostén central tres aspectos importantes, a saber:
v     La declaración del interés superior de los niños;
v     La contundente defensa al derecho a la vida; y
v     La idea de que el Estado debe ayudar a las familias para que éstas puedan ayudar a sus hijos.
De  ello se desprende de que el Estado ya no va a intervenir supletoriamente cuando la familia del niño no pueda hacerse cargo de su crecimiento y desarrollo (como lo era en la doctrina de la situación irregular) sino, y por el contrario, tendrá un rol muy activo apoyando a las familias, fortaleciéndolas a fin de que estas puedan ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones en la crianza de sus hijos (arts. 18 y 27 de la CIDN).
Como puede apreciarse la construcción del nuevo paradigma de la Protección Integral del niño ha sido un avance notable y significativo que debe instalarse no solo en los debates teóricos sino también en las distintas planificaciones de políticas sociales.
En tal sentido es destacable en materia legal y constitucional la actitud de algunos países de América Latina. Así, por ejemplo, los lineamientos fijados por la Constitución Brasileña que, vale resaltarlo, cuenta también con un Estatuto del Niño y el Adolescente. Otro tanto acontece en Perú que, desde 1992, tiene un Código de los Niños y Adolescentes, que establece el interés superior de los mismos, sus derechos y libertades, reglamentando un Sistema Nacional de Atención Integral y la Administración de Justicia especializada en el niño y el adolescente. Estos ejemplos muy importantes son también encontrados en Chile, Ecuador, Paraguay, Guatemala.


Los niños, niñas y adolescentes comienzan a tener derechos  comunes a todos y específicos conforme su condición y exigen se respecto y cumplimiento.

No obstante ello la realidad nos indica que mas allá de los cambios normativos el proceso de cambio de los hechos sociales es lento y complejo. Es factible poder decir sin temor a faltar a la verdad que hoy aún coexisten los dos modelos paradigmáticos. En efecto, se siguen llevando a cabo políticas de “castigo a la pobreza” con institucionalizaciones represivas, se continua promoviendo la protección de los menores en lugar de garantizar  sus derechos.

La existencia de doble normativas vigentes y contradictorias nos hace vivir lo que Emilio García Méndez llama “esquizofrenia jurídica”. La legislación interviene en innumerables situaciones sobre la vida privada de los niños y adolescentes, en un marco de tutela donde las decisiones la toman los adultos sin respetar que los niños y adolescentes son sujetos de derechos (2)

Todo ello, sin dudas, se constituye en materia de debates cada vez más apasionados de ideas, conceptos, estrategias, planificaciones, etc. en congresos, Jornadas y Foros internacionales y nacionales. En los ámbitos académicos universitarios se generan grupos de investigaciones y estos tienden a aumentar los lazos comunicantes ente si trasfiriendo conocimientos y experiencias profundizándose la comprensión y los alcances de las intervenciones sociales de acuerdo al nuevo paradigma.


IV. El interés superior del niño. Alcance e interpretaciones.

El interés superior de los niños ha estado presente en otros instrumentos internacionales anteriores como  en la Declaración de Ginebra de 1924 que establecía el imperativo de darle a los niños lo mejor (vale recordar la tantas veces citada frase de los niños primero); hasta la formulación expresa del principio en la Declaración de los Derechos de los Niños en 1959, y su posterior incorporación no solo en la Convención Internacional sino también en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de Discriminación contra la mujer (arts. 5 y 16)
Por lo general se considera al interés superior como una pauta vaga e indeterminada de donde se pueden apreciar múltiples interpretaciones no solo desde el campo jurídico sino también en el entramado psicosocial. Al amparo de esta indeterminación, varios comunicadores sociales lamentan que la Convención internacional los recogiera toda vez que se permitiría un margen muy amplio de discrecionalidad a las autoridades de aplicación debilitándose efectivamente la tutela de derechos que la misma Convención establece.
Sin embargo, y con la intención puesta en procurar una mayor seguridad jurídica trataré de precisar esta expresión a fin de evitar su indeterminación y sea adecuado con la finalidad de una más amplia tutela a los derechos de niños y adolescentes.
Una primera aproximación a la temática resulta la de expresar que el interés superior es una norma fundamental con un rol jurídico. Así el mismo Comité de los Derechos de los Niños, creado por la misma Convención lo ha considerado como principio “rector-guía” de ella.
De este modo, quien pretenda fundamentar su decisión en el interés superior del niño deberá tener en consideración una interpretación que se desglose del conjunto de las disposiciones de la Convención.

El interés superior de los niños en toda decisión que se aplique surge como una piedra angular fundamental que fundamenta, nutre y da vida al paradigma de la Protección Integral.

La Convención internacional no es solamente una reafirmación de los derechos de los niños como personas humanas, sino también  una especificación de estos derechos para las particulares circunstancias de sus vidas.

Ya observamos en un principio como en nuestra querida América Latina y el Caribe, existe un conjunto de derechos insatisfechos y de sujetos vulnerados en sus derechos. La incidencia de la pobreza en la población infantil y la casi nula participación de los niños en la sociedad constituyen un claro ejemplo de ello. Frente a ello la Convención va a operar como un ordenamiento jurídico de las relaciones entre el niño, el estado y la familia, que se estructura a partir del reconocimiento de sus derechos.

Darle entidad jurídica al “interés superior del niño” implica actuar como un verdadero principio que permitirá resolver conflictos de derecho en los que se encuentren involucrados los niños.

Cuando los niños eran considerados meros objetos dependientes de sus padres o de la arbitrariedad de la autoridad pública el principio fue importante para resaltar la necesidad de reconocer al niño su calidad de persona; ahora que, al menos en el plano normativo, se ha reconocido al niño como un sujeto de derechos, el principio debe ser un mecanismo eficaz para oponerse a la amenaza y vulneración de los derechos reconocidos y promover su protección igualitaria.

Ahora pues, si hablamos del interés superior del niño no debe entenderse como una forma de inspiración de las decisiones de las autoridades sino, por el contrario tiene una implicancia limitante, obligatoria, una especie de prescripción de carácter imperativo hacia las autoridades. Si analizamos el artículo 3.1 de la Convención la misma expresa que “en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos una consideración primordial a la que se atenderá será el interés superior del niño.

No hay dudas pues que el interés superior del niño en el marco de la Convención, es un interés garantista que implica la plena satisfacción de sus derechos. En estos están sus contenidos. Cuando no teníamos Convención todo daba a entender que la noción de interés superior remitía a algo más allá que el derecho. Era una noción vaga y discrecional de la autoridad administrativa en el plano de las políticas y programas sociales y judiciales en procura del control y protección de la infancia. Sin embargo, a partir de la Convención ello no es posible seguir sosteniéndolo como un objetivo social deseable (benevolencia) sino que pasa a ser un principio jurídico garantista que obliga a la autoridad.

En otras palabras debe entenderse como una facultad que permitirá oponerse a los abusos del poder. Es una garantía de respeto y aplicación de todos los derechos consagrados en la Convención Internacional

En definitiva, de las ideas expuestas se desprende que desde la ratificación de la Convención existe una absoluta equivalencia entre el contenido del interés superior del niño y los derechos fundamentales del niño reconocidos en el Estado de que se trate. De este modo es posible afirmar que el interés superior del niño es la satisfacción integral de sus derechos.
Por su parte, la formulación del principio rector guía en el artículo tercero de la Convención permite desprender las siguientes características: es una garantía, ya que toda decisión que concierna al niño, debe considerar primordialmente sus derechos; es de una gran amplitud ya que no solo obliga al legislador sino también a todas las autoridades e instituciones públicas y privadas, a los profesionales que interactúan con los niños y a sus padres o tutores legales; también es una  norma de interpretación y/o de resolución de conflictos jurídicos; finalmente es una orientación o directriz política para la formulación de políticas públicas para la infancia, permitiendo orientar las actuaciones públicas hacia el desarrollo armónico de  los derechos de todas las personas, niños y adultos, contribuyendo, sin dudas, al perfeccionamiento de la vida democrática.

V  DESAFIOS:
La Convención Internacional sobre los derechos de los niños no solo nos proporciona una serie de aportes que los trabajadores sociales deben tener en consideración, sino también, al propio tiempo, genera una serie de desafíos que, sin excusas, debemos afrontar.
Entre los más destacados podemos distinguir, fundamentalmente, los siguientes:
·         El cambio de la legislación vigente,  derogando todas las normas que se habían inspirado en la doctrina de la situación irregular y, al mismo tiempo, propiciando nuevas normas que sean consecuentes con el paradigma de la Protección Integral, que nutre a la Convención Internacional. “Poner en práctica, según proceda, leyes, políticas y planes de acción nacional eficaces y asignar recursos para realizar y proteger los derechos de los niños y asegurar su bienestar”( Punto 31 Inc. A  de Un mundo apropiado para los niños)
§         La educación en derechos de los niños: No se puede garantizar ni respetar lo que no se conoce de forma tal que se hacía necesario (y lo seguirá haciéndolo permanentemente) la realización de un Plan Nacional de educación sobre los derechos de los niños de forma tal que las sociedades, las familias y, principalmente, los niños aprendan que éstos últimos ya no son objetos de protección o tutela del Estado, sino verdaderos sujetos de derechos, es decir personas con capacidad suficiente para exigir el respeto de todos y cada uno de los derechos que le son propios.
En tal sentido el punto 31 inc. D) del documento “Un mundo apropiado para los niños” indica “Fomentar la conciencia y la comprensión generalizadas de los derechos de los niños”.

§         La formulación de políticas públicas. Se deben formular planes nacionales, regionales y locales. Claramente lo expresa el Plan de Acción aprobado por Las Naciones Unidas en su reciente Sesión Especial y plasmado en el documento “Un Mundo apropiado para los niños” que en el punto 31 inc. A) nos dice “Poner en práctica, según proceda, leyes, políticas y planes de acción nacionales eficaces y asignar recursos para realizar y proteger los derechos de los niños y asegurar su bienestar”.

VI. INTERVENCIÒN MACRO-SOCIAL DEL TRABAJO SOCIAL. PLANIFICACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS EN EL MARCO DEL PARADIGMA DE LA PROTECCIÒN INTEGRAL DE LOS NIÑOS.
Ejes estratégicos para la formulación de políticas públicas locales para la Protección Integral de los Niños.
Partiendo de la idea de un nivel MACRO-SOCIAL de intervención social del trabajo social considero esencial desarrollar los ejes estratégicos según  los cuales hay que formular una política pública de niñez en el marco del paradigma de protección integral y los postulados del plan de acción mundial aprobado por Naciones Unidas en el año 2002, plasmado en el documento denominado “Un mundo apropiado para los niños”.
Ejes estratégicos son aquellos tópicos fundamentales que debemos analizar y sobre los que vamos a adoptar una decisión política. Cuando hablamos de decisión política me estoy refiriendo a tener en cuenta que siempre deben estar presentes el compromiso, la voluntad y la acción. Cuando más acentuado estén estos elementos más fuerte será la decisión política. En tanto, a contrario sensu, cuando hay ausencia de algunos de estos elementos estaremos frente a definiciones o meros enunciados políticos pero no verdaderas decisiones políticas que son aquellas que impulsarán la ejecución de una determinada política pública.
A los fines de esta presentación considero importante señalar tres de los siguientes ejes estratégicos a tener en cuenta:

I  Política de abordaje integral a los derechos de los niños.
La integración tiene una implicancia muy superior a la común frase de “trabajar juntos”. Va más allá dependiendo de un gran consenso, una aceptación mutua expresándose en su totalidad en la unidad de objetivos y organización.
Es decir que debe ser algo más que reunir a personas con cierta experiencia de diferentes sectores. Debe ser un proceso muy activo que busque la máxima participación posible de gente u organizaciones con responsabilidades comunes en los distintos sectores para elaborar un plan en conjunto
Gloria Edel Mendicoa (3) nos señala cuando habla sobre el nivel de impacto de los estilos de planificación en el ámbito municipal y su relación con la equidad e integralidad de la política que “ El rol del Estado y el papel que le competen a Las políticas sociales en los nuevos paradigmas (la Protección Integral) demandan mayor racionalización de la gestión social, hacia la integralidad operativa que deberá caracterizar la ejecución de tales Políticas Sociales”.
Esta integración debiera ocurrir, básicamente, en los siguientes niveles:
v     En el nivel de las ideas e investigación y diagnóstico o análisis de situación;
v     En la planificación entendiéndose como tal al “procedimiento mediante el cual se seleccionan, ordenan y diseñan Las acciones que deben realizarse para el logro de determinados propósitos, procurando una utilización racional de los recursos disponibles”.(4)
v     En la organización (complementación e implementación)
v     En los contenidos de los planes, programas y proyectos;
v     En la ejecución de los mismos; y en
v     Las evaluaciones y controles de gestión.
Válido es tener en cuenta que cuando tenemos en vista a la integración, nuestra meta no va a responder en tratar de lograr una integración de sistemas de ejecución o implementación, sino, fundamentalmente, en responder a las necesidades del niño de una manera integrada.
El abordaje integral debe ser tenido en cuenta desde tres elementos fundamentales:
a) Perspectiva Interdisciplinaria:   
El hombre es un ser estudiado desde distintos enfoques (psicológico, biológico, sociológico, antropológico, etc.). Todo este bagaje de disciplinas se presenta cada día con más fuerza en esta era de especialización que vivimos. Ante esta situación no nos sorprende ver como, ya sea en ámbitos académicos como burocráticos de trabajo, dividan al hombre en pequeñas piezas.
El hombre integrado o el hombre en su conjunto, expresiones tantas veces citadas en la retórica política, termina siendo examinado por una serie de análisis no afines y estrechamente concebidos...por separados.
Es posible, pues, encontrarnos que los médicos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, educadores, economistas, trabajadores sociales, etc. conciban al hombre y sus necesidades desde un punto de vista diferente. Estos análisis restringidos se refuerzan, a su vez, con enfoques sectoriales restrictivos para la planificación y programación.
Así, podemos observar como se sigue planificando desde distintos organismos, llámese Secretarías o Ministerios con poco o nula interrelación entre ellas.
No obstante ello cada vez con más frecuencia en los documentos gubernamentales y de organismos internacionales se hacen llamados para un abordaje integral del niño. Así, por ejemplo: “El UNICEF debería utilizar sus fuerzas multisectoriales para alentar la colaboración multisectorial en el desarrollo del niño e incorporar la dimensión estímulo-educación a las actividades relacionadas con la salud, la nutrición y la custodia, y viceversa;  es una cuestión no solamente de la supervivencia del niño, sino de un desarrollo lo más completo posible, de acuerdo con los conocimientos existentes y el potencial genético del ser humano” (5)
De igual forma en el documento “Un mundo apropiado para los niños” en el punto I. 5 se indica que “Hacemos hincapié en nuestra adhesión a la creación de un mundo apropiado para los niños en el desarrollo humano sostenible, teniendo en cuenta el interés superior del niño, se funde en los principio de la Democracia, la igualdad, la no discriminación, la paz y la justicia social y la universalidad, individualidad, interdependencia e interrelación de todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo”


b) Política de abordaje inter-jurisdiccional.
Decir que la formulación de la política de Protección Integral de la Niñez es un tema que debe ser abordado exclusivamente por un solo estamento estatal (Nación, Provincia o Municipio) es un pensamiento restrictivo y retrógrado de la política social.
Generalmente y en las grandes urbes más notable aún, convergen organismos dependientes de distintos niveles políticos.
Una característica constante que se ha dado hasta la actualidad, al menos en la República Argentina,  fue el actuar independientemente unos de otros. Salvo en muy raras excepciones hubo política social integral e inter-jurisdiccional y, las mismas, han estado muy ligado más al funcionario de turno que a una exigencia orgánica.
Como consecuencia de ello se puede apreciar claramente la superposición de esfuerzos, mala distribución de los recursos existentes (a veces escasos), sobredimencionamiento de los costos de políticas cuyo impacto social no cubren las necesidades de la población más necesitada.
Todo ello nos lleva a preguntarnos: ¿En qué se fundamenta la interjurisdiccionalidad? Básicamente en tres aspectos, a saber:
v     Porque dentro del territorio geográfico de una ciudad convergen organismos dependientes de los distintos niveles de gobierno que atienden la problemática de la niñez;
v     Porque los niños que habitan en el territorio de una ciudad, también lo hacen dentro de la Provincia y dentro de la Nación.
v     Porque actuar integradamente e interjurisdiccionalmente optimiza los recursos existentes mejorando la cantidad y la calidad del impacto social de la política que se lleve adelante.
Finalmente, es válido destacar que el punto 32 inc.3  del documento Un mundo apropiado para los niños, reafirma esta idea de inter-jurisdiccionalidad cuando nos indica que “Los gobiernos y autoridades locales, mediante, entre otras cosas, el fortalecimiento de la colaboración a todos los niveles, pueden lograr que los niños sean el centro de los programas de desarrollo”

c) Participación. 
La participación constituye un elemento fundamental a tenerse en  cuenta durante la planificación de políticas públicas de niñez.
María Teresa Sirvent (1983) (6) nos dice que “la participación real ocurre cuando los miembros de una institución o grupo a través de sus acciones ejercen poder en todos los procesos de la vida institucional: a) en la toma de decisiones en los diferentes niveles(...), b) en la implementación de Las decisiones; y c) en la evaluación permanente del funcionamiento institucional”
En el mismo sentido que María Teresa Sirvent, Carlos Delgado (1975) (7) cuando hace referencia al concepto de participación en su artículo sobre la Revolución peruana, él afirma: “ Participar es el acto de intervenir real y directamente en Las decisiones (...) participar es participar en el poder o no es nada. En puridad, el poder es función de lo económico y de lo político (...) cuando se habla de participación es necesario entenderla como la ingerencia directa de los ciudadanos en Las decisiones que definen los usos de todas Las formas de riqueza y poder (...).
Tanto uno como otro autor mencionado hacen referencia a una participación real de los ciudadanos en las decisiones políticas. En tal sentido la participación se consolida como un elemento fundamental en un proceso estratégico de política pública que tienda a la Protección Integral de los niños.
En la misma declaración de Alma Ata se refleja la importancia del proceso participativo al indicarse que “Las personas tienen el derecho y el deber de participar individual y colectivamente en el planeamiento y la implementación de su propia atención de la salud” y UNICEF en el documento Salud Mundial de la Infancia de 1989 expresa que “uno de los siete pecados del desarrollo es el desarrollo sin participación: Un desarrollo sostenido depende en última instancia del reforzamiento de la capacidad de la población para mejorar su vida y tomar Las riendas de su propio destino”.
Pues bien, ¿Por qué consideramos tan importante a la participación?
Cuando participamos con otros en tareas cotidianas y comunes es parte de la transformación del ser humano en un ser social. Satisfacemos nuestra necesidad de relacionarnos con otros ayudando y ayudándonos a descubrir la fuerza potencial de la colaboración.
Para afianzar una respuesta adecuada al interrogante planteado conviene distinguir dos aspectos fundamentales:  Los principios de la participación y la utilidad de la misma.

Principios de la participación
Para desarrollar este apartado considero oportuno seguir a Juan E. Díaz Bordenave (8) quien nos anuncia una serie de principios de la participación que considero oportuno enunciar dado la importancia del proceso participativo que el modelo de análisis posee. En efecto, propone Las siguientes ideas esenciales.
1.      La participación es una necesidad humana y, por consiguiente, ella constituye un derecho de las personas.
2.      La participación se justifica por sí misma, no por sus resultados.
3.      La participación es un proceso de desarrollo de la conciencia crítica y la adquisición de poder.
4.      La participación conduce a la apropiación del desarrollo por el pueblo.
5.      La participación es algo que se aprende y perfecciona.
6.      La participación puede ser provocada y organizada, sin que ello signifique necesariamente manipulación.
7.      La participación es facilitada por la organización y por la creación de flujos de comunicación eficientes.
8.      Las diferencias individuales en el modo de participar deben ser reconocidas y respetadas.
9.      La participación puede resolver conflictos pero también puede generarlos.
10.  No se puede ”sacralizar” la participación: ella no es una panacea ni es indispensable en todas las cuestiones. Aquí vale la pena hacer una aclaración para que no se crea que se quiere restar importancia a los procesos participativos que, reitero, es vital. Díaz Bordenave señala en tal sentido que “el hecho de que un grupo haya adoptado un enfoque participativo no quiere decir que todo el mundo deba participar en todo, todo el tiempo. Esto puede acarrear ineficiencia y hasta anarquía. Es claro que es el propio grupo quien debe decidir, participativamente, cuando tales o cuales miembros han de participar o no, en tal o cual actividad, y cuáles  asuntos deben ser objeto de consulta general o solamente objeto de decisión por un grupo delegado. Pero una vez que se hayan establecido las reglas de la delegación y la representación, la participación deja de ser una asamblea permanente y universal.

Utilidad de la participación.
Alistair T. White (9), consultor de la OMS en Educación y Participación Comunitaria (tal como se cita en Sharma, 1987) nos ofrece una lista y anotaciones muy útiles sobre cuáles son las ventajas de la participación comunitaria. Considero oportuno reproducirla aquí con el agregado de algunos comentarios.
§         La participación posee un valor intrínseco para los participantes, lo cual puede ser difícil de medir, pero en el largo plazo ayuda y evita los sentimientos de alienación e impotencia. (Comentario: Es un generador de confianza y esperanzas. Potencia la autoestima comunitaria)
§         La participación garantiza que la necesidad sentida esté presente: puede considerarse que la participación y el aporte de una comunidad es suficiente para establecer que Las necesidades sentidas están presentes en el programa. (Comentario: resulta pues, vital, impulsar un proceso participativo de todas aquellas instituciones y personas físicas que atienden directamente a la niñez)
§         Concientización: La participación comunitaria sirve para sensibilizar a la comunidad acerca de sus derechos y necesidades. Contribuye a trazar objetivos más específicos de los beneficios del programa para los sectores más débiles y necesitados. Ofrece un lugar a Las masas y restaura el equilibrio en la estructura del poder local.
§         Se lograrán más objetivos, porque Las energías de la comunidad serán canalizadas por sí solas en la medida en que se emprendan acciones, y conducirán a la confianza de la comunidad en sí misma. (Comentario: La comunidad  con su participación comenzará a adquirir un alto grado de confianza en sí misma alejando  la situación tan común en Las políticas públicas (especialmente locales) de niñez de total dependencia al funcionario de turno).
§         Los servicios pueden prestarse a menor costo debido a la máxima utilización de los recursos locales de manera eficaz. (Comentario: No debiera buscarse el costo menor sino un servicio más eficiente con el mismo costo. Por otra parte, con una mayor sensibilización de la problemática de la niñez, se pueden adquirir mayores financiaciones de programas)
§         Un catalizador de ulteriores esfuerzos de desarrollo: la estructura organizativa creada para la participación dentro de la comunidad se puede utilizar para subsiguientes programas o proyectos. (Comentario: El Consejo Municipal de la Niñez, es un espacio participativo en si mismo. No es creado para la participación. Por el contrario su misión es la de realizar un proceso de planificación de políticas públicas que procuren la protección integral del niño).
§         La participación genera un sentido de responsabilidad hacia el proyecto: si una comunidad está comprometida con las etapas iniciales del planeamiento y la implementación, hay un sentido de responsabilidad de los miembros de la comunidad para velar porque el proyecto se implemente de manera efectiva y se termine. (Comentario: Se trata de un verdadero derecho-deber inspirado en un sentido de corresponsabilidad social que todos tenemos para con nuestros niños).
§         La participación asegura que Las cosas se hagan correctamente: la actividad de una comunidad contribuye a adaptar la implementación del proyecto de acuerdo con el medio cultural y otras tradiciones sociales.( Comentario: De allí la necesidad de darle prioridad a Las distintas estrategias locales frente a la tendencia de centralizar Las políticas públicas sociales en el gobierno nacional).

§         Uso de los conocimientos y la experiencia autóctonos: La participación local posibilita el empleo de recursos autóctonos para adaptar Las nuevas tecnologías que al mismo tiempo hagan avanzar Las condiciones locales y promuevan la aceptación de los componentes del programa. (Comentario: No debe tratarse solamente de adaptar las nuevas tecnologías a la experiencia y conocimientos autóctonos sino que debe considerarse también la posibilidad de rechazar  dichas tecnologías)


Ahora bien, ¿Quiénes deben ser los actores fundamentales que deben participar en este proceso?
Se pueden distinguir, al menos, nueve actores sociales importantes, que no podrán estar ausentes en el análisis del eje estratégico:
1)      Los niños y adolescentes:
La participación de los niños en el proceso de formulación de políticas públicas es muy importante para el modelo propuesto. Se sustenta esta idea en el Artículo 13 de la Convención Internacional sobre los derechos de los niños que establece:
  1. El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño.
  2. El ejercicio de tal derecho podrá estar sujeto a ciertas restricciones, que serán únicamente las que la ley prevea y sean necesarias:
a) Para el respeto de los derechos o la reputación de los demás; o
b) Para la protección de la seguridad nacional o el orden público o para proteger la salud o la moral públicas.
Este derecho a la libertad de expresión se consolida sensiblemente durante la Sesión Especial de Las Naciones Unidas con el Plan de Acción “Un mundo apropiado para los niños” que en el punto 32 Inc. 1 del nos indica “Haremos cuanto sea posible por elaborar y aplicar programas para fomentar la genuina participación de los niños, incluidos los adolescentes, en los procesos de adopción de decisiones, incluso en Las familias, en Las escuelas y en los planos nacional y local. (”).

2)      Los padres, las familias, los tutores legales y las demás personas encargadas del cuidado de los niños.
Ttienen el papel y la responsabilidad primordiales con respecto al bienestar de los niños, por lo que debe prestárseles apoyo en el desempeño de sus deberes de crianza. Todos nuestros programas y políticas deberán fomentar la responsabilidad compartida de los padres, las familias, los tutores legales y las demás personas encargadas de atender a los niños y del conjunto de la sociedad en tal sentido. (Punto 32 Inc. 2 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños).
Podemos señalar que el rol de padres, tutores legales o persona encargada del cuidado de los niños en el más amplio de los términos está dado por transmitirles a sus niños buenos valores, una educación de calidad y un mundo mejor donde pueda desarrollarse y ser feliz.
Es precisamente en éste último aspecto donde reside, principalmente, la responsabilidad de participar en la planificación de las políticas públicas. Su voz, sus ideas, su espíritu solidario deben estar presentes.

3)      Los gobiernos y autoridades locales:
Con la colaboración de todos sus niveles. (Punto 32 Inc. 3 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños). Ya analizamos este punto cuando nos referimos a la integración Inter-jurisdiccional y a aquel nos remitimos.

4)      Los parlamentarios o concejales:
“...son los elementos claves para la aplicación de este plan de acción, para cuyo éxito deberán fomentar la toma de conciencia; promulgar las leyes necesarias; facilitar y asignar los recursos financieros que se necesitan para este fin; y supervisar su utilización eficaz. (punto 32 Inc. 4 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños).
Los concejales o parlamentarios son los que sancionan el presupuesto  de gastos y recursos. Son ellos quienes deben impulsar ordenanzas que dejen atrás las viejas normas inspiradas en la doctrina de la situación irregular ingresando en el ordenamiento jurídico local una legislación adecuada con el paradigma de la Protección Integral.
La necesidad que los concejales o parlamentarios tengan participación en se inserta en la esencia misma de su función: la representatividad del pueblo.

5)      Las Organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de base comunitaria
“…recibirán apoyo en su trabajo y se establecerán mecanismos, según proceda, para facilitar la participación de la sociedad civil en los asuntos relacionados con los niños” (Punto 32 Inc. 5 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños).
Nadie discute ya sobre la importancia que tiene la iniciativa social en la atención de los niños, de manera especial en estos 20 años desde la incorporación de la CIDN. Asimismo, vale la pena destacar, que en esas organizaciones, no solo vamos a encontrarnos con personas que tienen un gran corazón puesto al servicio de los niños que más lo necesitan, sino que también, en muchos casos, poseen un alto grado de capacitación y, porque no mencionarlo, una invalorable experiencia.
No se trata solamente, pues, de que la iniciativa social adopte un rol de gran protagonismo impuesto por el repliegue del aparato estatal, sino como un verdadero DERECHO sustentado en una actitud de corresponsabilidad social.
Toda esta nueva realidad se asienta con cierta similitud en la mayor parte de los países de América Latina en donde la presencia de las ONGs es un fenómeno creciente en un marco de consolidación de la vida democrática, de políticas caracterizadas por la descentralización, por la redefinición del papel que desempeña el Estado en la formulación de políticas sociales.

6)      El sector privado y las empresas
“…tienen una contribución especial que aportar, desde la aprobación y adopción de prácticas que demuestren responsabilidad social hasta el suministro de recursos, incluidas fuentes innovadoras de financiación y programas de mejoras de Las comunidades que beneficien a los niños, como el microcrédito” (punto 32 inc. 6 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños)

7)      Los dirigentes religiosos, espirituales, culturales y, en su caso, indígenas. (Punto 32 inc. 7 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños)

8)      Los medios de comunicación y sus organizaciones:
La Convención Internacional sobre los derechos de los niños establece en su artículo 17 que Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan los medios de comunicación y velarán por que el niño tenga acceso a información y material procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el material que tengan por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud física y mental. Con tal objeto, los Estados Partes:
a)      Alentarán a los medios de comunicación a difundir información y materiales de interés social y cultural para el niño, de conformidad con el espíritu del artículo 29;
b)      Promoverán la cooperación internacional en la producción, el intercambio y la difusión de esa información y esos materiales procedentes de diversas fuentes culturales, nacionales e internacionales;
c)      Alentarán la producción y difusión de libros para niños;
d)     Alentarán a los medios de comunicación a que tengan particularmente en cuenta las necesidades lingüísticas del niño perteneciente a un grupo minoritario o que sea indígena;
e) Promoverán la elaboración de directrices apropiadas para proteger al       niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones de los artículos 13 y 18.
Mas recientemente en el punto 32 inc. 9 del Plan de Acción Un mundo apropiado para los niños los distintos Estados Partes indicaron que  “tienen un papel esencial que desempeñar en la sensibilización cerca de la situación de los niños y de los problemas que estos se enfrentan; además deben desempeñar un papel más activo en cuanto a informar a los niños, los padres, las familias y el público en general acerca de las iniciativas para proteger y fomentar los derechos de los niños; deben además contribuir a los programas educativos destinados a los niños”  
Como puede apreciarse los medios de comunicación tienen un rol fundamental en la difusión, sensibilización y educación en derechos de los niños. Esta tarea no debe ser menospreciada a la hora de la planificación de políticas públicas.
9)      Las personas que trabajan directamente con los niños
Tienen una gran corresponsabilidad social. Me estoy refiriendo, de especial manera, a todas aquellas personas que brindan su ayuda fuera de los canales formales de organización. Un ejemplo concreto de ello lo constituyen la gran cantidad de comedores autogestionados que se encuentran  brindando alimentación a los niños.

II) Descentralización.
Es necesario, por un lado, que la Nación y las Provincias descentralicen más recursos hacia los Municipios ya que son ellos, los que más conocen sus problemas y, generalmente, son quienes mejores condiciones tienen para solucionar los mismos.
Así lo afirma Manuel Castells (10) “...el municipio es el nivel descentralizado del Estado con mayor participación de la sociedad civil, por ser el más accesible a los gobernados y estar más directamente conectado con la vida diaria de Las masas. Las relaciones entre el Estado y el nivel municipal constituyen el indicio más claro de Las relaciones generales entre el Estado y la sociedad civil”.
El mismo Robert Bellah (11) en el mismo sentido que Manuel Castell reafirma la importancia de lo local al señalar que “Independientemente de lo que nos depare el futuro, una cosa es cierta, a no ser que se restablezca la vida comunitaria local, la gente no resolverá su problema mas apremiante: hallar su identidad. Pero si se restablece mostrará una plenitud, variedad, libertad de posesión y gozo de significados y bienes que no ha experimentado en las asociaciones contiguas del pasado, porque estará viva y tendrá tanto flexibilidad como estabilidad, y podrá responder al complejo panorama mundial en la que está inmersa”.
Por otra parte, resulta muy importante que en cada municipio se descentralicen más funciones, recursos y actividades en los distintos barrios y sectores de la ciudad.
Ahora bien. Sabemos que si bien cada sector o territorio tiene sus particularidades también, y al mismo tiempo, decimos que tienen intereses comunes con el resto de la comunidad. Como bien expresa el gran maestro licenciado Alberto Dièguez “El análisis de unidades como la vecindad o el barrio, que son habitualmente objeto de intervención de los operadores sociales, descontextualizados de las tramas reales de la interacción social, en el cual están involucrados los barrios entre sí, entre el barrio y el núcleo central, y entre el núcleo y el área extendida a su alrededor, puede llevar a implementar acciones que afirmen una mayor marginación; una participación acotada o consoliden la cultura y la acción social de gueto”. “La lógica del barrio como espacio local, no interrelacionado con su núcleo central y con los demás barrios integrantes del área local y con su entorno rural, puede llegar a ser en consecuencia tan nociva como la lógica centralista. Esta lógica es la que implementan habitualmente los asistentes sociales y otros operadores sociales, que desde el ámbito de los municipios o desde los ministerios realizan consciente o inconscientemente tareas de control social” (12)
De tal forma, y lejos de aspirar a una política sectorial y, si se quiere, excluyente el trabajo social debe potenciar la participación de la comunidad en el todo.
           
III) Cambios legislativos.
En algunos municipios, debe llevarse a cabo algunos cambios legislativos. No se trata ya de cambios de leyes provinciales y/o nacionales, sino municipales. A veces tenemos ordenanzas que vienen de vieja data y que necesitan ser derogadas y, al propio tiempo, deben promulgarse nuevas ordenanzas también consecuentes con la Convención y sus principios.

VI Conclusión. 
Debemos profundizar los debates y el intercambio de saberes sobre este campo que, a la luz de las experiencias, está carente de ideas. El trabajo social o societal como gusta llamarlo el licenciado Cesar Barrantes (13), debe ingresar de lleno a la par de otras disciplinas sociales en procura de nuevas formas de planificar una política pública que de respuestas a las demandas de la sociedad al amparo del nuevo paradigma y las condiciones jurídicas existentes.
 La RELATS, como organización inteligente e integral se presenta como un campo propicio de transferencias de información, intercambios de ideas, complementación de investigaciones y experiencias, afianzamiento de conceptos e ideas.
Al respecto resulta válido recordar que una rica práctica de los que se puede llevar a cabo acaeció cuando en el año 2002 y previo a la Sesión Especial que se desarrolló en las Naciones Unidas, nuestra organización se compenetró en un profundo y minucioso análisis de los distintos programas preliminares que dieron la base del documento “un mundo apropiado para los niños” analizado en este trabajo.
Sabemos cual es el camino a seguir. Tenemos los elementos teóricos, jurídicos y políticos. La sociedad latinoamericana, embarcado en un proceso de profundos cambios en sus estructuras organizativas y ampliando los canales participativos que en definitiva no hace otra cosa que afianzar la democracia como modo de vida, exige a todas las disciplinas sociales en general y el trabajo social en particular la búsqueda de respuestas que canalicen sus energías y potencien su desarrollo.
Mientras el hambre, la miseria, la desvalorización del ser humano, el desprecio, y la exclusión golpee duramente en el corazón y la vida de nuestros niños, no estaremos sino, gestando un mundo desesperanzado, sin bienestar y sin paz.
Los niños abandonados o sin hogar, los que padecen malos tratos, los que son explotados laboral o sexualmente, etc.  son ellos verdaderos hijos del silencio ya que, temporal o definitivamente, han sido privados de sus derechos fundamentales en su condición de niño, entendiéndose por ello al derecho a ser protegidos y provistos en sus necesidades por su propia familia, el derecho a tener un desarrollo integral, a consolidar su bienestar, el derecho a que la escuela junto al juego y la recreación sean sus actividades principales.
El Trabajo Social debe estar comprometido en la construcción de un mundo mejor. En tal sentido es cierto que los niños son nuestro futuro pero atención, el tiempo de los niños es el presente. Depende de nosotros, como profesionales, científicos, integrantes de comunidades humanas promover, provocar, forjar con iniciativas claras, los cambios necesarios para que podamos cumplir con un bello y anhelado sueño
Que los hijos del silencio hagan sentir
 los gritos de sus almas.



















Notas Bibliográficas

1)       Wainerman, Catalina. “Vivir en familia”. La familia y los modelos empíricos, por Giberti, Eva. Buenos Aires, Editorial UNICEF Losada Pág. 115
2)       Emilio García Méndez “Derechos de la infancia adolescencia en America latina”. Edino 1994.
3)       Gloria E. Mendicoa, La planificación de Las Políticas Sociales: Planteo de un caso para su análisis y evaluación. Ed. Espacio, año 1997
4)       Diéguez Alberto y Suarez María Cristina, “Gestión Social de la Comunidad Guía de Estudios y Análisis” Ed. Espacio Año 1995
5)        UNICEF, 1984, p.31 citado por Robert Myers en Los doce que sobreviven Fortalecimiento de los programas de desarrollo para la primera infancia en los países del tercer mundo. Boletín científico Nº 545 OPS. Año 1993.
6)       Sirvent, M. T., “Estilos participativos- ¿Sueños o Realidades, síntesis del artículo en portugués presentado al Seminario de Evaluación de Programas de Educación de Adultos MEC-MOBRAL, UNESCO, Río de Janeiro, 22 al 30 de setiembre de 1983, Pág. 2.
7)       Delgado C.,  “En torno al concepto y la realidad de la participación en la revolución peruana”, en la “Revolución Peruana: autonomía y deslindes”, Ed. Contratiempo, Lima, 1975, Págs. 260, 261 y 262
8)       Juan E. Díaz Bordenave: Participación y Sociedad. Ediciones búsqueda. Año 1985)
9)       Sharma, A.  Community Participation in ICDS, Yojana, vol 31, Nº 6 (abril 1-15, 1987), pp. 12-16
10) Castells Manuel. 1983. The city and the Grassroots: A cross-Cultural Theory of
Urban Social Movements. Berkeley: University of California Press.
1981. Crisis urbana y cambio social. México. Siglo Veintiuno Editores
1977. Ciudad, Democracia y socialismo. México: Siglo Veintiuno Editores
11) Bellah, Robertr N. Et.al. 1991. The good society. New York: Alfred A Knopf.
12) Alberto Diéguez y María de la Paloma Guardiola Albert. Reflexiones sobre el concepto de comunidad. De lo comunitario a lo local. De lo local a la Mancomunidad. Buenos Aires. Octubre de 1998.
13) Cesar Barrantes. I Foro Internacional de Trabajo Social. “El trabajo Social desafiado. Palabras y cosas desde la diferencia epistémica. 2008.