GENIALES FOTOGRAFIAS

GENIALES FOTOGRAFIAS
HACE CLICK EN IMAGEN Y RECORRÉ Y DISFRUTÁ DE GALERÍA FOTOGRÁFICA DEL ARTISTA FABIÁN PULTI

jueves, 24 de abril de 2014

“Sobre la formación del estudiante de trabajo social en el área de salud


Francisco Javier colina

Al hablar de la formación del estudiante de Trabajo Social en el área de la salud, es preciso decir la importancia que tiene esta en la sociedad, ya que, Según la organización Mundial de la Salud (1948) define. “La salud un complemento estado de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad”
Como la constitución Bolivariana de Venezuela (2000) define “La Salud se concibe como expresión y colectiva de calidad de vida y bienestar; producto de las determinaciones sociales. Comprende el conjunto de condiciones biológicas, psicológicas materiales y sociales, culturales; que tienen determinantes entre otros la alimentación, la vivienda, el saneamiento básico, el medio ambiente, el trabajo, educación y servicios esenciales. Su realización definida la condición de estar y permanecer sano, ejerciendo cada a uno en plenitud de sus capacidades potenciales a lo largo de cada etapa de la vida. Se alcanza a través del esfuerzo colectivo intersectorial y participativo de todos  y todas orientadas hacia la conquista y defensa de oportunidades equitativas materiales y sociales de la vida para mejorar el bienestar social económico de la población.


Artículos referentes a la Salud en la Constitución Bolivariana
Artículo 83. La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios. Todas las personas tienen derecho a la protección de la salud, así como el deber de participar activamente en su promoción y defensa, y el de cumplir con las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de conformidad con los tratados y convenios internacionales suscritos y ratificados por la República.
Artículo 84. Para garantizar el derecho a la salud, el Estado creará, ejercerá la rectoría y gestionará un sistema público nacional de salud, de carácter intersectorial, descentralizado y participativo, integrado al sistema de seguridad social, regido por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad. El sistema público de salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad. Los bienes y servicios públicos de salud son propiedad del Estado y no podrán ser privatizados. La comunidad organizada tiene el derecho y el deber de participar en la toma de decisiones sobre la planificación, ejecución y control de la política específica en las instituciones públicas de salud.
Salud comunitaria: según la Organización Mundial de la Salud (1990); promueve la salud para las comunidades un ambiente resistente para ciudadanos. A través de las comunidades se crean estrategias atención y prevención dependiendo de la situación presente en la localidad para mejorar su ambiente ecológico, físico, socio cultural. Por eso el sistema salud en la comunidad tratar de atender al individuo en su entorno natural, así proteger y mejorar su salud.
 El área educativa depende de la salud, en sentido de que existía una buena educación, el individuo debe tener una buena condición física a través de la nutrición, prevención, un excelente ambiente educativo y condiciones sanitarias para su desarrollo como humano. Por lo tanto la economía debe estar acorde a las condiciones del individuo para que tenga un óptimo desarrollo, una armonía para con su entorno, creando puesto de trabajo, recreaciones acordes a sus necesidades.
Esta área de la salud tiene su valor para el trabajador social, pues es importante la salud porque ella nos permite tener una visión del ser humano en su medio ambiente o su entorno en general; ya que el individuo es comprendido como un ser bio-psico-social.

Antes de continuar  hablando de la formación del estudiante de Trabajo Social en el área de salud, debemos hacer primero, una breve exlicacion de la formación que hemos aprendido en la universidad del Zulia, en el campo acción de trabajador Social como participante en las practicas Profesionales y Pasantias.
 Teniendo  presente que la actualidad de la realidad venezolana se encuentra, atravesando un proceso de transformación que a influido en todas las áreas de la población, tanto en lo social, económico y político ; que ha tenido un impacto en la familia, en el individuo que ha afectado su calidad de vida. Según Well- being. La calida de vida tiene que ver con el bienestar del individuo.” Un término multidimensional de las políticas sociales que significan tener buenas condiciones de vida objetiva y un alto grado de bienestar subjetivo y también incluyendo la satisfacción colectiva de las necesidades a través de políticas sociales en adicción a la satisfacción individual de necesidades.
 Alguacil. J. indica que la calidad de vida” es un constructor social que surge en marco de rápidos y continuos cambios sociales que abarca las necesidades básicas tal como la vivienda, educación, salud y cultura, carácter psico- social.
 Al respecto esta etapa de transformación ha dado origen  a cambios en las políticas sociales que implementados por el estado, estas nuevas estrategias se denominadas Misiones que se encuentran distribuidas en todas las áreas tanto en lo económico, social, educativo y en la salud.
Ahora bien, el Trabajo Social como profesión se encuentra  relacionado con la problemática social de las personas, grupos y comunidades en contexto societarios específicos; la formación que recibimos los estudiantes de trabajo Social,  nos nuestra que es conviene estar mas ligado a la realidad con los problemas que se presentan, en la actualidad en el país , región, localidad e instituciones de escenarios emergentes en lo económico, social, político, cultural, histórico,  ambiental y etc, para estar mas a tono con los sucesos del día a día.
El diseño curricular de la Escuela de trabajo Social (2000) de la Universidad del Zulia. Plantea la formación de un Profesional con un sentido crítico y una actitud creadora, “que comprenda claramente el hombre, la sociedad y el entorno y capaz de proyectar su aprendizaje teórico-practico de la solución de problema y necesidades del país.
 Esta preparación de implicar formas de organización y diseño de programas, que individuo y su mejor bienestar.
En este sentido sostiene en relacion a lo que debe responder el Trabajador (a) social en  su ejerció Profesional profundiza Rozas; M (1998) “intervención tiene una matriz teórica que la sustenta y un instrumental metodológico que le a permitido crear conceptos de la realidad. Es un conjunto de estrategias planificadas para operar en los cambios en la realidad social de una comunidad, cuyo desarrollo requiere la participación activa.
Es importante que el estudiante de Trabajo Social intervenga mas en su formación en todas las Áreas y en Especial en la Salud ya que a través de este espacio de acción podemos actuar mejor, en la educación Preventiva y la organizativa en la sociedad, familia e individuo la cual nos permitirá realizar estudio y proyecto propuesta significativas en cada situación.
Estos para poder determinar las causas de problemas, para buscar luego soluciones efectivas. Es igual al medico cuando diagnostica una enfermedad, lo único diferente que nosotros diagnosticamos en lo social para conocer las necesidades de sujeto en su entorno y en relacion a todo el conjunto de factores que influyen en una interacción.
Cuando uno como estudiante de Trabajo Social se inserta en el campo de acción social, en la comunidad grupos sociales organizados o no, personal e instituciones, se enfrentan en un escenario que muchos veces permite formular, ejecuta y evaluar sistematizan programas de desarrollo social ha mano con la perspectiva de profundizar el conocimiento científico - técnico que permita mejor destreza en la obtención de resultado seguros.
Esta formación académica que se viene impartiendo hoy en la Universidad del Zulia, nos permites la compenetración mas con la realidad a través de de la utilización de formas científica-técnicas que abordan la compleja realidad cambiante, que nos enfrentamos día a día el venezolana. Por ello,  hoy se hace hincapié a nivel de la formación en el conocimiento de metodologicas y científicas de investigación, que nos permitan conocer la estructura social a través de la indagación de los hechos y su impacto. En tal sentido, la preparación nuestra se inicia a través de la práctica aproximación al campo de acción profesional, donde conocemos las áreas, donde esta inserto el trabajador social, estar al tanto sus competencia, desempeño y la importancia en la institución o organismo.
Nuestra inserción en el campo de acción Profesional la realizamos en la Practica Socio-terapéutica I, donde comenzamos a prepáranos teóricamente-metodológicamente para enfrentar las distintas situaciones de la realidad dependiendo las áreas si educativa, comunal o salud manejando los términos, materiales de trabajo. En la prácticas socio terapéuticas II, se trabaja en las distintas áreas de acción de Trabajo Social, atendiendo lo concernidos, discutiendo casos y proceso de intervención, trabajando con los equipos multidisciplinarios dependiendo de la institución, como si fuera un profesional en ejerció.
En las practicas Socio-comunitaria I y II, el estudiante comienza profundizar su campo de acción a las comunidades que va diseñando y ejecutado en programas que atiende las necesidades Socio-comunal.
Una de las áreas de mayor competencia para los Trabajadores Sociales es la Salud es un escenario, que esta presente con muchos factores en la sociedad. Para comprenderla se realizan investigaciones, inserción en campo de acción, se realizan evaluaciones, ejecución de programas sociales nos involucramos y en organismo e instituciones que atiende tales situaciones.

EXPERIENCIA DE UN ESTUDIANTE DE TRABAJO SOCIAL
Mi experiencia como estudiante de Trabajo Social en mi formación la realice en la maternidad Castillo Plaza, Un anexo del Hospital Universitario de Maracaibo; en el servicio de obstetricia, ubicad en la ciudad de Maracaibo del Estado Zulia. La experiencia que a continuación relatare se realizo en el periodo 1º y 2º del 2004, fue una de la más interesante en mi vida académica, ya que compartí con varios profesionales que hacen vida en este recinto hospitalario. Mi inserción este sistema, no fue fácil, ya que era un extraño en ese sitio desconocido. La primera impresión acerca de mi función fue confusa y difícil, debido a que en las primeras semanas teníamos apoyo de la tutora institucional del Departamento de Trabajo Social la  Licenciada Lorena Guagnoni y luego teníamos que cubrir los servicios de la maternidad como si fuese un profesional en ejerció; pero, poco apoco fui ganado los espacios de intervención en la institución, participaba en las reuniones de áreas o servicio donde se discutía el caso o los pacientes internos, tenia el derecho de dar recomendaciones para solicitar estudio que dieran solución a las necesidades del individuo.
La primera acción en la atención de un paciente, lo abordamos a través de una entrevista. Es la aproximación al conocimiento de la situación que se le presenta al paciente que generalmente confrontamos estados emotivos que requieren dedicarle una mayor atención, en el primer contacto con un profesional le atiende. A través de la entrevista donde se obtendrá los datos primarios del paciente.
Luego se le hace un seguimiento donde se profundiza la información que no se obtuvo en la primera entrevista, con el fin de detectar las conductas patológicas de los pacientes con los familiares.
Después de atender el caso realizamos una reunión con el equipo multidisciplinario para discutir el tratamiento integral donde participan el Trabajador Social, Psicólogo, medico entre otros, para analizar la situación conjunta del paciente y su grupo familiar, con el objeto de intercambiar e interpreta opiniones y sustentar el diagnostico medico social para planificar acciones que conduzcan a las soluciones.
Después de tener todos los elementos se realizo una visita domiciliaria donde se estudia el contexto residencial del paciente y así conocer en realidad, función de aplicar el tratamiento adecuado.
Ya con el tiempo, captaba los casos de los pacientes con mas rapidez le participaba al equipo multidisciplinario sobre los caracterizaba y condiciones de los pacientes y sobre la problemática planteada; entre las cuales, se presentaban casos de adolescentes embarazadas, analizaba los casos a profundidad, las causas que llevaron a la adolescente a abandonar su hogar y salir embarazada; madres sin documentación que las idenficara. Esta experiencia en mi formación nos puso al corriente de los términos utilizados por los médicos tales como salpigestomias que es esterilización o corte se trompas y estereotomías que es la extracción de todos lo órganos reproductor de la mujer.
En mi labor pasante de practicas profesionales, fui trasladado al servicio de Neonatología  área de Recién Nacido mejor conocido como reten, allá estuve a cargo del servicio por un mes, debido a que la licenciada del mismo se iba de vacaciones, mi experiencia fue muy especial, me compenetre mucho con el equipo multidisciplinario; conformado por médicos, enfermeras, paramédicos y Trabajador Social, en ese momento no me sentí mas un extraño en la institución, me sentía a gusto y como parte de la misma.
Este servicio cumplí varias funciones de trabajador social como estar pendiente que la madres tuvieran su documentación en orden para retirar su hijo de reten, solicitarla los estudios a los recién nacido de servicio como ecogramas, ecocardiogramas y tomografías que se realizaban en el hospital Universitario De Maracaibo en la arrea de pediatría y evitar que los padres se llevaran a los niños contra opinión medica o otra situaciones que se presentaba cuando el niño necia delicado de salud.
También cumplí funciones que no era de Trabajador social como el traslado de niño a realizar el estudio, velar para que los padres cumplieran con las entregas de los pañales de sus hijos recluidos.

Unos de los acontecimiento que me marcaron mi vida profesional en esta área tan importante fue la atención de una adolescente que se practico una aborto o Legrado. Ella tenia apenas 8 semanas de gestación, lo realizo a escondida de sus familiares y de pareja. Realice abordaje a través de intervención, en la entrevista que se realice el caso me comento que la motivo a realizar esta conducta, relato su situación familiar  que se encontraba en casa de su hermana mayor, que estaba casada por que su mama esta viviendo con un padrastro que intento violar, no se encontraba estudiando y laboraba en una camaronera por esta situación tomo la decisión de provocarse un aborto con el apoyo de su amiga. De allí la remitir control familiar y psicólogo para que se le hiciera un seguimiento de caso por la situación presente.

viernes, 18 de abril de 2014

PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO EN TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA (PETFS). “Una Experiencia de Formación Académica para la consolidación de nuevos espacios de intervención en contexto familiar.”

                                                     Mgsc. Osiris  Morales                                                                 Mgsc. Cristina Paz.              
    Mgsc. Xiomara Rodríguez.

El Programa de Entrenamiento en Terapia Familiar Sistémica (PETFS), constituye una iniciativa liderizada por la Cátedra: Teoría y Métodos adscrita al Departamento de Trabajo Social de la Escuela de Trabajo Social de LUZ,  avalado por la División de Estudios para Graduados de esta Facultad.  Constituye una alternativa de formación y actualización académica de egresados en principio de nuestra escuela, pero debido a su alcance e impacto se ha extendido a otras disciplinas.

Un Poco de Historia...
            El mismo se sustenta en las diversas reflexiones realizadas por docentes, investigadores y estudiantes de esta Escuela sobre las actuaciones y desempeño del Trabajador Social en el contexto familiar durante los años 1995 - 2000, a raíz de un conjunto de acontecimientos entre los cuales resaltan: las jornadas de discusión curricular, foros y conferencias sobre Intervención Casuística Familiar y finalmente la aprobación de una nueva Estructura Curricular.
           
            En este panorama, aparece como oportunidad la propuesta de Entrenamiento presentada, en 1999 ante la Dirección de esta Escuela, por la organización Especialidades Médicas "San Antonio", a cargo de los Psicólogos Jorge Ávila y Elizabeth Nejamen, esta última, con formación en el área y dedicada a manejar la relación Terapeuta - Familia desde el enfoque sistémico; es así como, desde entonces hasta la presente fecha se ha dado en forma ininterrumpida, enriqueciéndose progresivamente con el estudio continuo de los profesionales que conforman la planta docente y de los especialistas invitados a nivel nacional e internacional.
           
            Inicialmente se le denominó Programa de Entrenamiento en Psicoterapia Familiar Sistémica; sin embargo, luego de una discusión y reflexión sobre su alcance se cambio el término a Terapia, por considerar que se trata de una acción y un campo inter y multidisciplinario en el cual confluyen diversas disciplina para lograr la comprensión de su complejidad.

            Este cambio también responde, a las dificultades encontradas por profesionales del área social, la salud y la educación, cuando atienden grupos familiares posteriormente que presentan problemas para relacionarse entre sí y con la sociedad, hasta niveles que pueden desencadenar en situaciones más complejas y dolorosas asociadas al consumo de drogas, la aparición de algunas enfermedades físicas y mentales, la violencia familiar entre otras ha planteado la necesidad de contar con enfoques que permitan intervenir con eficacia en este tipo de situaciones.

            Uno de los enfoques que, en la actualidad, se viene difundiendo con éxito es el enfoque sistémico, el cual desarrollado a partir de los aportes de la Teoría General de Sistemas, expuesta por Ludwing Von Bertalanffy en 1940 y de los avances de la Cibernética de segundo orden, ha impactado la manera de atender situaciones familiares generando, entre otros, un campo inter-disciplinario denominado Terapia Familiar Sistémica.

            En tal sentido, la Terapia Familiar es el resultado de avances en las ciencias sociales, naturales y se podría decir, humanas que llevadas por la tendencia actual hacia la integración y la trascendencia entre disciplinas, brinda herramientas para abordar las familias, considerándolas como ecosistemas sociales, por lo tanto no puede ser considerada como potestativa como un reducido círculo especializado. De esta forma, la terapia familiar, consiste en una intervención social que, utilizando diversos modelos de trabajo, enfoca el sistema familiar para estimular conductas saludables entre sus miembros, siendo su objetivo cambiar no al individuo sino las relaciones con su sistema familiar (Montoya, 2002).

*      Aspectos mas resaltantes del Programa…
            El PETFS, representa una actividad de actualización académica - profesional, desarrollado como componente de educación continua para profesionales del área  social, educativa y de la salud, el cual tiene como objetivo “Obtener conocimientos acerca de las raíces epistemológicas y metodológicas del pensamiento sistémico en la terapia familiar a fin de profundizar en la comprensión integral de situaciones críticas que emergen en la atención de grupos familiares, y potenciar desempeño profesional de los participantes”.
           
            El mismo esta conformado por   un conjunto de seminarios teóricos – prácticos organizados en Módulos, basados en  los conocimientos fundamentales del enfoque sistémico que permiten el tratamiento inter, y transdisciplinario de situaciones familiares, aplicación de modelos diagnósticos, uso de herramientas de intervención y supervisión directa de casos, todo con el fin de facilitar  una práctica terapéutica familiar en contextos sociales clínicos y no clínicos.
           
            Su duración es de 160 horas académicas presenciales, distribuidas en 144 horas teóricas – prácticas, 16 horas dedicadas a la exposición de casos; asimismo, se  efectúan  50 horas de supervisión de casos familiares y 20 horas reconocidas para la elaboración y entrega de un trabajo integrativo final tipo informe de caso, relacionado con la terapia familiar sistémica y llevado a cabo por los participantes con las familias.

            A partir de la implementación y evaluación continua del “PETFS”, se estableció la estructura y organización del mismo, con el propósito de elevar su calidad; de esta forma, se ha distribuido las funciones y tareas del  equipo profesional en áreas de responsabilidad, lo cual ha dado origen a tres coordinaciones, estas son: Académica, de Procesos y Administrativa; así como también cuenta con un equipo de facilitadores y asesores constituidos por profesores de la Escuela de Trabajo Social, invitados nacionales e internacionales y egresados del entrenamiento los cuales se han destacado en el mismo.
*      Sobre el Manual....
            En base a estas premisas y fundados en la experiencia acumulada en la atención a grupos familiares, que por más de 30 años ha tenido la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Zulia, ha sido concebido el Manual de Terapia Familiar, como una contribución al desempeño profesional de los egresados universitarios en Trabajo Social, Psicología, Educación, Orientación, Medicina, Psiquiatría y otros profesionales que tienen a las familias como unidad de atención.
           
            Este Manual tiene sus antecedentes en los materiales de lectura utilizados en el Programa de Entrenamiento en Terapia Familiar Sistémica que, durante ocho años consecutivos, ha sido dictado por docentes de la mencionada Escuela con la colaboración de profesores provenientes de las Universidades: Central de Venezuela (UCV), Pablo de Olavide (UPO-España) y la Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia).
           
            El conocimiento acumulado en estos años, ha confirmado la potencia de las herramientas teóricas y prácticas aportadas por el enfoque sistémico, que se ponen a la disposición de los participantes del Entrenamiento; así como, de todos aquellos interesados en ejecutar con efectividad intervenciones más dinámicas, flexibles y rápidas en el medio familiar tomando en cuenta su entorno social.   
           
            Está constituido por ocho módulos interdependientes entre si, guardando una secuencia de complejidad creciente. Al final de cada uno de los Módulos se presentan tareas sugeridas como componente académico para adentrase en el contenido siguiente.
  • El primer módulo, está dedicado a dilucidar las raíces epistemológicas del pensamiento sistémico aparejado con la referencia histórica de la terapia familiar que culmina con la presentación de los modelos de trabajo desarrollados por diversos terapeutas. Su finalidad es establecer la comprensión holística de situaciones críticas que emergen en la atención de grupos familiares, fortaleciendo el desempeño profesional con el establecimiento de la visión sistémica de los contextos terapéuticos.
  • El segundo módulo, se ocupa de presentar las herramientas que permiten constituir el contexto terapéutico, a partir de su definición identificando el papel de la teoría al establecer las hipótesis y los supuestos básicos en el tratamiento de situaciones familiares, lo que facilita la ubicación de una práctica terapéutica familiar en contextos sociales clínicos y no clínicos. Mención especial tiene en este modulo la formación humana del terapeuta familiar
  • El tercer módulo, se orienta a reconocer los factores claves en la vida familiar, iniciando con la definición y tipologías de familias, sus funciones sociales considerando el proceso de individuación y socialización. Valorar la importancia del ciclo vital de la familia como herramientas de exploración, evaluación e intervención.
  • En el módulo número cuatro, se centra la atención en la teoría de la comunicación humana, resaltando la significación de los axiomas de la comunicación en la comprensión de las interacciones familiares.
  • El módulo cinco, se dedica a abordar el manejo de las técnicas e instrumentos planteados por algunos modelos diagnósticos, que se han desarrollado en la terapia familiar sistémica a partir de la atención directa a familias.
  • El sexto módulo, está dirigido a tratar el tema de las situaciones de emergencia, conflicto o crisis y sus formas alternativas de atención, evidenciando la importancia de definir e identificar teórica y metodológicamente los tipos de crisis en el tratamiento de las situaciones problemas.
  • El séptimo módulo trata lo referido a las supervisiones en Terapia Familiar resaltando el papel de supervisor y supervisado como partes de un mismo proceso, así como la evaluación del diseño y presentación del caso familiar.
  • El octavo y último módulo, expresa los avances que en diferentes campos se han obtenido en la aplicación del enfoque sistémico a diversas situaciones familiares, compartiendo bajo la forma de conferencias a las cuales sigue de inmediato el cierre del proceso con los participantes. Este material será entregado a los participantes en su respectiva oportunidad.
  • Finalmente, se presentan las fuentes bibliográficas y como anexos el instrumento diseñado para la evaluación del programa por los participantes.
*      Logros del PETFS…
            En estos ocho años de la implementación del Entrenamiento, la planta de profesores adscritos a este Programa también se ha ampliado, incorporando docentes de la Escuela de Trabajo Social como facilitadores y Asesores e invitando a profesores provenientes de otras Universidades Nacionales e internacionales. De igual forma, a partir de su formación en el Entrenamiento, varios participantes que se han destacado en el mismo han continuado con este proyecto como asesores en las cohortes siguientes tal es el caso de: Maria Elena Villasmil (Abogado)Mónica Mosquera (Medico Psiquiatra), Inés Rincón (Psicóloga), Xiomeli Cordero (Psicóloga), Fátima Castellanos, Olga Villa y Miriam Bracho, estas últimas Trabajadoras Sociales y Profesoras de la Escuela de Trabajo Social de LUZ.
           
            En cuanto a los participantes, una característica que ha prevalecido durante su existencia de este Programa, ha sido la heterogeneidad de sus cursantes, en cuanto a profesión, lugar de trabajo y domicilio, entre otras. En este orden, ha contado con profesionales de Trabajo Social, Derecho, Psicología, Psiquiatría, Medicina General y Familiar, Sociología, Orientación, Educación, Psicopedagogía, Readaptación Social, entre otras disciplinas; en total se ha llegado a más de 114 participantes, logrando obtener un total de 109 egresados.
           
            De igual forma, ha promovido el intercambio internacional entre profesores de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Zulia de Venezuela y el Postgrado de Trabajo Social Familiar de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. España; permitiendo el fortalecimiento teórico - metodológico del equipo profesional que participa en el entrenamiento.
           
            La participación de invitados nacionales e internacionales de gran trayectoria en el campo de la Terapia Familia Sistémica, tal es el caso de la Pisc. Elizabeth Nejamen, Profa. Maria Luisa Platone (UCV- Venezuela), Prof. Valentin González Calvo (Postgrado en Trabajo Social Familiar de la UPO-España), Ángela María Quintero de la Universidad de Antioquia, Medellín. Colombia.
            Además del dictado de clases en las sesiones del Entrenamiento, se  desarrollan actividades complementarias con los profesores invitados especiales (conferencias, talleres y reuniones) dirigidas a estudiantes, profesores y egresados, aumentando así el impacto del Programa en el avance académico, tanto al interior de la comunidad universitaria como a nivel de la comunidad local y regional.
           
            Se plantea una evaluación continua del Programa al finalizar cada cohorte, donde se consideran diversos aspectos de tipo logístico, en la cual también se registran comentarios y opiniones expresados por los participantes, a continuación se transcriben algunas expresiones emitidas en el cierre del programa:

ü  “Personalmente me siento satisfecha, el curso cubrió mis expectativas, me di cuenta de algunos cosas que no sabia hacer, como atender una familia, ser más flexible.”
ü  “El Entrenamiento fue excelente debería tener más duración, al final uno siente que necesita una segunda parte.”
ü  “Me siento comprometido y dispuesto a aplicar lo aprendido en este curso. Esto es el inicio de una nueva carrera profesional para mí.”
ü  “Yo soy abogada y en la terapia familiar he encontrado un campo fabuloso de trabajo con familia. Me fascinada”.
ü  “Deseo que se repita para que otros profesionales tengan la misma oportunidad que yo.
ü   “Sigan adelante y pronto se consolide un Postgrado en Terapia Familiar.”
ü  “Al terminar el curso me siento más segura del trabajo que realizó con familias”
ü  “Los profesionales invitados son de mucha calidad.”
ü  “El curso me permitió obtener un aprendizaje vivencia”
ü  “Creo en le trabajo que está haciendo la Escuela de Trabajo Social, me ha dado amplitud para tratar los problemas, no sólo desde una perspectiva individual, sino de un enfoque familiar y de conjunto.”
ü  “Deseo tener acceso a la bibliografía de una forma más efectiva, que me faciliten todas las copias que voy a utilizar desde e! principio y no en el transcurso del Programa.”

ü  “Su labor es extraordinaria felicitaciones a todo el grupo, deseo que este curso se convierta en un postgrado con mayor tiempo de duración.”

            En resumen, puede decirse que el Programa propicia la actualización profesional para el trabajo con familia, fortalece el crecimiento personal y profesional, contribuye a proyectar la imagen de la Escuela de Trabajo Social en espacio social de las organizaciones que atienden familias a nivel local y regional y desde ya está consolidando la conformación y establecimiento de una línea de trabajo con familias en una perspectiva de postgrado.

Algunas recomendaciones….            De igual forma, a partir de estas evaluaciones se plantean las siguientes recomendaciones.
  • Establecer convenios formalizados con instituciones de la región que atiendan familias para garantizar una práctica más efectiva, al mismo tiempo pensar a futuro en un Centro de Atención a las Familias coordinado por la Escuela de Trabajo Social, como actividad de extensión dirigida a las comunidades donde tiene ámbito de influencia la Universidad del Zulia.

  • Establecer un grupo de estudio e investigación con los egresados del Entrenamiento coordinando acciones con a Red Venezolana de Familias (FAMILIAS-REDVEN), creada por profesores de la Escuela de Trabajo Social en el año 2002, para dar continuidad a la investigación sobre avances en terapia familiar en contextos clínicos o no clínicos iniciada con las jornadas temáticas.

  • BIBLIOGRAFÍA
1.      ACKERMAN NATHAN   “Diagnóstico y Tratamiento de las Relaciones Familiares”.
2.      ANDOLFI M. ANGELO C Y OTROS. “Interacción Familiar”. Aportes fundamentales  sobre teoría y técnica. Editorial Tiempo Contemporáneo
3.      BARROSO, MANUEL  “La Experiencia de Ser Familia”
4.      COLETTI M Y LINARES J.  “La intervención sistémica en los servicios sociales ante la familia multiproblemática. Editorial Paidos España 1997.
5.      GUERLIN “Family Therapy”.
6.      FISHMAN H y ROSMAN B.  “El cambio familiar: Desarrollos de Modelos”. Editorial Gedisa. España 1990.
7.      GAJA RAIMON “Vivir en Pareja”. EDAF Editorial, España, 1994.
8.      KEENEY B. “Estética del Cambio” Editorial Paidos. 1 reimpresión España, 1991
9.      LEVANT R. “Family Therapy”. Acompr4enhesive overview, Prentise Hall Inc. New Jersey, 1984.
10.  LIBERMAN ROBERT y OTROS “Manual de Terapia de Pareja”  Editorial Desclee de Brouwer, Biblioteca de Psicología,  España, 1987.
11.  MCGOLDRICK M y GERSON R. “Genogramas en  la evaluación familiar”. Editorial Gedisa. España
12.  MINUCHIN S., FISHMAN H., “Técnicas de Terapia Familiar”. Editorial Paidos. Colección Grupos e Instituciones. México 1990.
13.  PALAZZOLI M CIRILLOD “Los Juegos Psicóticos en la Familia”. Ediciones Paidos. España 1990.
14.  PINCUL LILY y DARE C. “Secretos en  la Familia” Terapia familiar Cuatro Vientos Editorial,  Chile, 1978.
15.  PITMAN F. “Momentos Decisivos”. Editorial Paidos. Argentina.1990
16.  QUIROZ F. “Familiograma”. Material de Apoyo del Taller Técnicas de Intervención y Consulta Familiar. Taller Precongreso Interamericano de Psicología. Caracas. 1999
17.  RODRÍGUEZ, XIOMARA “Los Modelos de Terapia Familiar en la Práctica del Trabajo Social” Maracaibo, 2002 Inédito
18.  SAGER C, “Contratos Matrimoniales y Terapia de Pareja” Amorrortu Editores, Argentina 1980
19.  SELVINI M., BOSCOLO L, OTROS. “Paradoja  y Contraparadoja”. Editorial Paidos. Colección grupos e instituciones. México 1991
20.  SIMON F. STIERLIN H, WYNNE L. “Vocabulario de Terapia Familiar”. Editorial Gedisa. España
21.   STIERLIN H, y WEBER G., “¿Qué hay detrás de la puerta de la familia? Editorial Gedisa. Barcelona. España. 1990.
22.  WATZLAWICK PAUL “Teoría de la Comunicación Humana”. Editorial Herder, Barcelona España, 1989
            WATZL
AWICK PAUL “El lenguaje del cambio” editorial Herder, Barcelona, España, 1986.

martes, 15 de abril de 2014

El rol político del trabajo social: Un desafío de ruptura con la matriz capitalista neoliberal.



Luis Vivero Arriagada·

 

 

“Mi cuestión no es negar  la politicidad  y la directividad  del educador o de la educadora, tarea por lo demás imposible de convertir en acto, sino, asumiéndolas, vivir plenamente la coherencia de mi opción democrática con mi práctica educativa, igualmente democrática”. Paulo Freire

 

 

Introducción


Para el abordaje de este tema, no partiré haciendo un análisis histórico del trabajo social, dado que no  es el propósito de este documento hacer una revisión histórica de la asistencia social, de lo cual por cierto, se encuentra una amplia variedad de literatura al respecto. Pero sí vale recordar, que existe en la génesis de la asistencia social, una fuerte influencia del cristianismo por un lado, y luego ya en el proceso de profesionalización de la ayuda social,  una concepción de carácter racionalista, fundamentada en términos generales, en una combinación de la razón y la empiria, por un lado, y de la ciencia y la técnica por otro, característico del paradigma dominante de la modernidad, y que permitió entre otras cosas, el auge del capitalismo. Sobre ello Ibáñez (2001: 84) nos ilustra al señalar que:

 

“La modernidad nace a la par de un conjunto de innovaciones tecnológicas, que darán origen a un nuevo modo de producción. Este se irá configurando lenta­mente como el modo de producción capitalista dando luz al proce­so de la industrialización”.

 

 Es así entonces que esta nueva forma de mirar el mundo social, sustentada en la racionalidad, no sólo permite el auge del capitalismo, sino que el trabajo social como parte de este modelo, está  fuertemente dominado por la concepción racionalista.

Esto en el ámbito de la asistencialidad, se traduce, no sólo en la profesionalización de la ayuda social, sino que además en la tecnificación en dicho proceso. Entonces en este sentido, a pesar de que no profundizaré en el desarrollo histórico del trabajo social, igual me aventuraré en  desarrollar algunas reflexiones críticas respecto de la génesis de la profesión. A partir de ello, iré armando ciertos lineamientos,  para respaldar  mi primera tesis: el trabajo social surge desde el  interior del capitalismo y en consecuencia, ha  reproducido la exclusión social o mantenido un statu quo.

Por lo tanto se sostiene que el pecado original -por decirlo de alguna forma- del trabajo social, es ser producto del capitalismo, y haber continuado su desarrollo ligado a éste, y no enfrentado con el capitalismo[i]. Pero además de operar como un recurso de éste, para minimizar, invisibilizar o negar determinadas prácticas de dominación, explotación y exclusión social,  hoy llevadas a un extremo darviniano, con el triunfalismo del neoliberalismo en la mayoría de los países latinoamericanos, y particularmente en Chile, en donde el ethos neoliberal cobra mayor sentido y significado, no sólo por las desigualdades que ha provocado, o por sus efectos nefastos en toda la dinámica social y cultural, sino por la forma misma en que éste se impone.

Vale mencionar que el neoliberalismo en Chile irrumpe en el mundo por la mano sanguinaria de la dictadura de Pinochet, una dictadura facista que duró diecisiete años que dejó instalado un sistema jurídico, social, cultural y ético, que los gobiernos de la Concertación[ii] no han sido capaces –o no han tenido la voluntad política- de cambiar, sino que, por el contrario, han seguido administrando, salvo algunos maquillajes que más que en un cambio real, se dan en el ámbito del discurso y la retórica. Pero como bien lo refiere el dicho popular, aunque la mona se vista de seda mona queda. Lo que bien podría ser que, aunque el neoliberalismo se vista de humanista y democrático imperialista se queda.

La segunda tesis guarda una estrecha relación con lo planteado anteriormente y, por lo tanto, se sostiene lo siguiente: el trabajo social ha negado su rol político como mecanismo de autorrepresión respecto de su propio sometimiento a la ideología capitalista-neoliberal, y a los intereses y prácticas dominantes y hegemónicas de este sistema. Pero asimismo esta negación, en la práctica se traduce en una  inconciente o irreflexiva acción política, que ubica  al trabajo social como un eficiente recurso de contención de las prácticas y movimientos emancipadores que podrían generarse desde los sectores excluidos. Por lo tanto, este no-cuestionamiento demanda de la profesión,  una profunda revisión ética y política de nuestras prácticas y nuestros saberes.

Entonces, a partir de las dos tesis anteriores es que se postula como una síntesis, que el trabajo social debe emanciparse de la dominación ideológica del neoliberalismo, y asumir su inmejorable rol político e histórico en la dinámica social, y en la  utópica aventura de construir una sociedad más justa, más solidaria y más democrática. En este espacio de relaciones de poder, es que el trabajo social en cuanto sistema de representaciones sociales e ideológicas debe definir, clarificar políticamente en qué lado del conflicto se sitúa, lo cual significaría en definitiva, reconocerse como un recurso instrumental de la ideología dominante y hegemónica, o como un espacio y mecanismo de lucha de los sectores dominados.

1.- ¿Son los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales agentes de cambio?


Si partimos de la tesis de que el trabajo social surge desde el interior del capitalismo, y que por lo tanto su accionar conlleva a una reproducción de la exclusión social o mantenimiento de un statu quo, y para aventurarse en responder a este cuestionamiento, vale la pena apoyarse en Barrantes (19­99) cuando se pregunta ¿Qué es eso que llaman trabajo social? Una pregunta que bien podría ser re­­visada desde lo ontológico,  y desde ahí develar el ser del trabajo social, y fenomenológicamente sus significados trascendentales de ese ser. O incluso podríamos afirmar desde un realismo ontológico, que el trabajo social ES, independiente de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales. ¿Pero cómo llegó a ser? Sería otra pregunta en esta línea. Entonces, si entramos con este cuestionamiento que hace Barrantes, desde lo ontológico (vale decir que esto no es lo que desarrolla el autor, a pesar que igual se esbozan análisis en dicha línea, sino más bien lo que hay es una reflexión epistemológica), lo  cual en sí, resulta bastante interesante y desafiante.

Aprovechándome de la pregunta de Barrantes, nos involucramos en una reflexión ontológica, que nos permita develar el ser mismo del trabajo social, es decir, quées el trabajo social. Lo cual además, desde la fenomenología, podríamos interpelarnos en la siguiente pregunta ¿cuál es la esencia, su sentido en el mundo de lo social, o en la realidad construida? (realidad construida y no dada); es decir, cuáles son sus significados en el ámbito de lo relacional, de lo intersubjetivo, de las alteridades en interacción. Y sobre esto mismo, podríamos ir un  poco más allá, y preguntarnos por su esencia política. Pero aquí es donde chocamos con una muralla que nos  impide avanzar hacia la reflexión de esa dinámica relacional, en donde nos situamos en una dualidad de roles: de poder y de dominación. Aquí es donde muchas veces, aparecen nuestros más ocultos, reprimidos miedos, nuestros fantasmas, y nos negamos a preguntarnos sobre este aspecto oscuro, malévolo y siniestro para ciertos tipos de discurso, tanto dentro del trabajo social, como fuera de éste, en toda su expresión societal.

Esta no-reflexión política, la negación de lo político es talvez, porque presumimos una respuesta que no queremos escuchar, o no queremos aceptar, lo que al final significa lo mismo; es decir,  en la práctica todo va quedando igual, se continúa haciendo lo que siempre se ha hecho, lo que se nos dice que hagamos (ya sea desde lo que la formación define como nuestro quehacer o lo que la burocracia institucional dictamina en nuestros diferentes trabajos), y como diría Foucault, los unos siguen de un lado y los otros del otro lado ¿Y en qué lado nos ubicamos nosotros los trabajadoras sociales y las trabajadoras sociales?

En este último sentido, asumimos el riesgo de un cuestionamiento desafiante, movilizador  y conflictivo, y a la vez político. Porque más allá de una explicación para una pregunta concreta o la respuesta políticamente correcta de ésta, nos mueve la necesidad de un proceso reflexivo, crítico que desemboque en una posibilidad  revolucionaria[iii] de cambio social. En este marco no me interesa entrar a responder si el trabajo social es ciencia o tecnología, o si para unos es ciencia o para otros tecnología, sino que, al servicio de quién estaría esta ciencia o tecnología, para qué usos y con qué fines. Es así entonces, que la reflexión y el análisis pasa –o mejor dicho transita- desde lo ontológico a lo político. Porque es en virtud  de los fines declarados en ciertos ethos o principios, que el trabajo social puede constituirse como un mecanismo de control social o de mantenimiento de ciertas dinámicas relacionales (Vivero 2007) entre actores participantes en un proceso de intervención[iv]. O por el contrario, romper con esta lógica de dominación, y asumir una práctica liberadora.

En otras palabras, lo que es el trabajo social, se presenta cristalizado en una práctica política. Pero una práctica política negada o invisibilizada desde el mundo de la ideología misma en que se construye el  trabajo social. Pero sin embargo, esta reflexión e interpelación política, no está presente en las prácticas de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales porque la misma ideología niega esta posibilidad, lo cual está iluminado por su ethos individualista, pragmático y tecnoburocrático, lo cual se ve reflejado como suerte de desiderato, en que el trabajador social y la trabajadora social debe ser imparcial, objetivo y no político. Más bien, el quehacer profesional, está  hoy más que nada fundamentado en una racionalidad de carácter instrumental, que responde también a su génesis fundada en el positivismo, lo que paradójicamente no sólo es epistemológico en tanto construcción de conocimiento y forma de dicha construcción, sino que esta misma concepción que se impone como verdad, es en sí misma política. Pero que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales prácticos, por estar sometidos a cuantificación y objetivación de sus haceres, se niegan a sí mismos a detenerse en una reflexión de los fundamentos y las  consecuencias políticas de su quehacer y de los saberes que fundamentan dicha acción.

Esta negación de lo político en Chile, podría tener como explicación e interpretación[v], la herencia autoritaria tanto de la formación del trabajo social, como de todas las relaciones sociales, contaminadas con los ethos impuestos por la dictadura de Pinochet  (Vivero 2007), entre ellos los miedos y traumas, respecto de lo político. Situación por cierto –con sus naturales y necesarias diferencias- se presenta en toda nuestra América Latina, que fue azotada por dictaduras militares. Pero esta  negación no sólo se presenta en el ámbito de la práctica cotidiana del trabajo social, sino que desde la misma formación se minimiza el rol de lo político[vi]. Esto, como si la noción tecnocrática, se tradujera en la cotidianeidad de la acción, que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales  nos transformemos en seres indolentes, sin clase, como si la objetividad y la neutralidad a la vez signifique la más radical cosificación del otro o la otra y una prohibición casi religiosa, de cualquier proceso de intersubjetividad con los hombres y mujeres que son sujetos de la acción social transformadora[vii]. Es negar la posibilidad de impregnarse, de empapare de los sentidos, de los significados, de los saberes y de la conciencia revolucionaria que podemos encontrar en nuestros alter egos.

Esto último sin duda tiene que ver con una construcción de significados de lo político, de la capacidad de asumir un poder de transformación desde los actores de la marginalidad, lo cual es negado implícitamente en la intervención social, fundada en la génesis de la profesión. Sobre esto Martinelli (1997) es bastante claro en el contenido político del hacer del trabajo social; a este respecto señala que:

 

"…la profesión nace articulada con un proyecto de hegemonía del poder burgués gestada bajo el manto de una gran contradicción que impregnó sus entrañas, pues producida  por el capitalismo industrial, inmersa en él y con él identificada, como niño en el seno materno (...), buscó afirmar históricamente (...) como una práctica humanitaria sancionada por el Estado y protegida  por la Iglesia con una mitificada ilusión de servir".

 

Entonces, si se puede dar una respuesta al cuestionamiento que subtitula este apartado -¿son los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales agentes de cambio?- , la respuesta sería: No, no es un agente de cambio. Esta respuesta que tiene el riesgo de ser interpretada como una negación, o subestimación del rol arraigado en el discurso de los y las profesionales de la acción. Pero en realidad esta respuesta busca poner en cuestionamiento las connotaciones epistemológicas e ideológicas que este rol carga en sí mismo, una reflexión de cómo éste puede ser cristalizado en la acción cotidiana. En este sentido, me resulta un tanto soberbio y arrogante, asumirse como agentes de cambio, sin considerar que el cambio es construido en la interacción social, con y desde los sectores subalternos, que luchan diariamente –conciente o inconcientemente- contra la dominación y la exclusión de la cual son víctimas, desde las más diversas formas y con los más variados mecanismos simbólicos. Asumirse así, sin cuestionamientos de ser los agentes del cambio, es ponerse  en una condición de superioridad, respecto de los sectores excluidos con los cuales se desarrolla la acción transformadora, una concepción autoritaria y excluyente,  por el solo hecho de tener un cierto bagaje de conocimientos y saberes técnico-científicos. Más bien frente a la pregunta que nos interpela, partiría señalando que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales son partícipes de un proceso de acción socialque podría estar orientado al cambio o la transformación social.

Sobre lo mismo es menester señalar, que no toda acción en la cual se participa, conlleva a un cambio, y en  ciertos casos muchas veces es el y la profesional, quien mandatado explicita o implícitamente[viii]  quien coarta la posibilidad de generar un verdadero cambio social o avanzar en un proceso de acción transformadora. Por otro lado, estimo que el trabajador social y la trabajadora social en particular y la profesión en general, no son  ni serán agentes de cambio, sino que a lo cual debemos aspirar es a ser parte de ello, con los otros actores, involucrarnos activamente en dicho proceso, reconociéndonos en la misma clase y con la misma utopía revolucionaria[ix].

 

2.-La negación de lo político


La  lógica postmoderna ha hecho desaparecer lo político o simplemente lo ha reducido a  una exterioridad corpórea fetichizada, una identificación con lo exterior al sujeto, una anulación del sujeto político histórico (clase obrera por ejemplo). Por lo tanto, para que haya política necesariamente deben existir sujetos concientes, ciudadanos deliberantes. Sin embargo lo que tenemos es un sujeto que se “hace visible”, que necesita mostrase exteriormente, superfluamente, para sentirse “ser”, pero sin tener conciencia de su conciencia. Todo tiene significado en un aquí y en un ahora. Necesito mostrarme, necesito que me vean para tener posibilidad de ser.

En cambio el sujeto político, el actor conciente de su rol histórico, es un sujeto que se construye a partir de su subjetividad, de su interioridad, no requiere  mostrarse como cosa vista, sino que trasciende por sus ideas. Pero esto es un anacronismo que la sociedad posmoderna no tiene como marco referencial para enfrentar las relaciones societales. Ello por cierto, también se refleja en el trabajo social. Una despolitización que ha significado un repliegue del sujeto social al mundo de lo estrictamente privado, pero absorbido por la fetichización del consumo, como la única alternativa de encontrarse con si mismo. En consecuencia, este proceso de despolitización se ha traducido en un alejamiento de los actores sociales de la discusión y decisión política, o en el mejor de los casos, los ha ubicado en un escenario –o en un rol- de simples espectadores .Y  paradojalmente, lo político sigue negado, siendo por tanto esto, como una estrategia política de dominación. Pero esta es una  forma simbólica de dominación, no explícita como lo fue en dictadura. El neoliberalismo se ampara en otros medios, de carácter simbólicos, pero tal vez más peligrosos, ya que como bien lo dice Bourdieu (2003: 80-81), “la dominación simbólica es una forma suave de dominación que se ejerce  con la complicidad arrancada por la fuerza (o inconciente) de aquellos que la sufren”.

Pero esta despolitización y privatización, son dos caras de una misma moneda, es decir, de  una ideología dominante y hegemónica, como lo es el neoliberalismo. Incluso podríamos decir que existe una privatización y racionalización –en sentido weberiano- de lo político en un contenido claramente mercantilista (elecciones de acuerdo a la relación costo-beneficio). Por lo tanto, lo político dominado por el ethos neoliberal,  cuando no es negado, se transforma en una elección  individual, ajustada a intereses individuales y no a un proyecto de sociedad. En otras palabras, estaríamos frente a un mercado de lo político, y los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, al incorporar en su acción de lo político estarían desarrollando una acción racionalmente mediatizada a los intereses de una cierta elite.

Por lo tanto –haciendo un pequeño paréntesis- tomamos a Aguayo (1998), para decir que nuestra acción nos constituye en cogestores del poder, reafirmando con ello, que somos parte del sistema hegemónico. La misma autora plantea, además, que:

 

"…al analizar  las prácticas profesionales  de los trabajadores sociales, se capta que si bien ellas llevan implícito este vínculo (se refiere a lo ético-político), éstos no han sido desentrañados convenientemente porque no se ha cuestionado sus implicancias por parte  nuestra, los profesionales prácticos.  Se observa que se ha tendido a asumir  en forma exagerada las ciencias de acuerdo a las coyunturas sociales vigentes con una falta de criticidad de los aspectos ético-políticos que están presentes en la experiencia profesional".

 

Continuando con la reflexión que nos interpela este análisis, vemos que por un lado se niega lo político y por otro, de manera simbólica, se ejerce una acción de carácter estrictamente político, en donde el trabajo social, es  participe de una práctica política, que majaderamente es negada. Así como es negado en ciertos debates académicos el estatus científico del trabajo social o se le niega el proceso para avanzar en dicha línea desde la hegemonía al interior de las ciencias sociales. Pero siguiendo a Foucault (1991: 69) nos señala que:

 

“…no es en nombre de una práctica política como puede juzgarse la cientificidad de una ciencia (al menos que esta  pretenda, de un modo u otro ser una teoría de la política). Pero se puede, en nombre de una práctica política, cuestionar el modo de existencia y funcionamiento de una ciencia” (Paréntesis del autor)”.

 

Es decir, si estimamos que el trabajo social es una ciencia –sin entrar en el debate académico sobre ello- es a partir de la existencia, es decir del SER del trabajo social y su funcionalidad en cuanto a esa existencia, que podemos entrar a discutir ontológica y políticamente la acción del trabajo social. Incluso podríamos agregar que este análisis también vale, si se estima que la profesión es una tecnología social.

Entonces, a propósito de lo anterior, podríamos plantearnos las siguientes preguntas: ¿Para qué existe el trabajo social?; ¿a qué intereses responde? Frente a la pasividad, e irreflexión en el ámbito de la acción práctica del  trabajo social, ante las múltiples formas de exclusión, tanto objetivas como simbólicas, pareciera que su existencia tiene como finalidad constituirse en un mecanismo de control social, ante el riesgo de una explosión de conciencia social respecto de su condición de excluidos, que se traduzca en procesos liberadores de la misma; como síntesis, una transformación social. Por lo tanto, a lo que vendría responder es a los intereses de una elite ideológica dominante, que ha tenido el incuestionable logro de invisibilizar lo político, pero no dejando de hacer política, y en ello el trabajo social ingenuamente en algunos casos y concientemente en otros –me atrevo a señalar que así ocurrió durante la dictadura en Chile- ha desarrollado su acción (política) en beneficio de esta élite.

También podríamos advertir que la práctica de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales evidencia una pasividad ante la preocupante expansión del neoliberalismo globalizante, que inunda e invade todas las prácticas de la vida social y cultural y de la vida cotidiana en palabras de Schutz (1964). Pero esta discusión no está presente en la acción profesional, ya que lo que interesa es cumplir con los objetivos definidos institucionalmente, y no cuestionar o filosofar sobre algo que no tiene sentido para la intervención científica, aséptica y objetiva. Esta pragmatización funcional de la intervención profesional[x], es en un sentido dialéctico, políticamente dominadora.

Pero ante este escenario de globalización neoliberal, resulta ilustrativa la repregunta de Garretón (2000), respecto de  quiénes son los que efectivamente se globalizan: ¿las sociedades y la gente o sólo sectores dominantes de ellos? Me atrevo a responder que toda la sociedad está globalizada, pero no todos se benefician equitativamente. Más bien todos y todas contribuimos a que unos pocos se beneficien de ella, pero de acuerdo con sus posibilidades adquisitivas, infectados por la lógica del consumo, que beneficia, por cierto, a los que más tienen, y que conlleva a  la darviniana consecuencia de generar cada vez más exclusión y desigualdad social. Es una nueva forma de esclavización, es la verdadera jaula de  hierro de la que nos hablaba Weber (2004)  en su crítica a la racionalidad instrumental, propia de la filosofía de la modernidad, que nos amarra al mercado como la única forma de ser. Por el  contrario, sin capacidad de consumir, no se es y por lo tanto se genera, como diría Castel (1997), una completa desafiliación social, es decir, la nada misma.

 

3.-Construcción de lo político en la  matriz neoliberal.


Garretón (2000:41) plantea la tesis de que hay una expansión de lo político, con todo el proceso de democratización en América Latina, pero aparece representado como un aumento en la participación en los procesos electorales, pero no como un mecanismo que permitan generar las condiciones para la transformación social, como una utopía revolucionaria. Su radio de acción –de la política- es cada vez más reducido. Y agrega Garretón (op. cit: 42) que hay un estrechamiento y debilitamiento “que tiene que ver con las transformaciones estructurales”. Esto trae como consecuencia, una desestructuración y atomización de la polis.

Las relaciones hoy se cimientan en la lógica del consumo, la información y la comunicación, no en lo político, aunque detrás -negado e invisibilizado- está lo político, como una microfísica de poder, parafraseando a Foucault. Pareciera entonces, que lo político sólo funciona en la esfera de lo político, entendido como un sistema de comunicaciones cerrado autopoiético, en un sentido luhmanniano. Como consecuencia de esto, es que se hace más difícil que el mundo de los excluidos pueda ser organizado o articulado en torno a una concepción de clase o “convocado ideológicamente en nombre de una relación de explotación u opresión a escala nacional”, como bien lo manifiesta Garretón (2000:47). La exclusión por sí misma, no ha logrado transformarse en un principio o mecanismo constituyente de una identidad que oriente una acción política. Para que esto pueda ocurrir, en la  sociedad neoliberal, es necesario romper con los ethos de esta ideología, por lo cual lo político o la reconstrucción de la sociedad política, necesariamente debe partir por la reconstrucción de la relación entre el estado y la sociedad (Garretón 2004, 2000; Borón 2003).

Pero en cuanto al rol que le cabe al trabajo social en tanto posibilidad de acción en la cotidianeidad, vale hacerse una pregunta de profundo contenido ético y político. Esta pregunta puede formularse de la siguiente manera: quienes prevén por medio de ciertos saberes o conocimientos científico-técnicos –en este caso los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales –las funestas consecuencias de la política neoliberal ¿pueden o deben permanecer en silencio? Esto, si lo abordamos tomando la finalidad del trabajo social en su sentido más clásico, resulta una evidente no-asistencia, a los sujetos en riesgo. Asimismo, esta supuesta neutralidad axiológica, se traduce en la práctica, en  un distanciamiento de aquellos sectores de la sociedad, que ven en los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales una posibilidad de ser escuchados o de ser acompañados en el proceso de mejoramiento de sus condiciones de exclusión. Y esto no tiene que ver sólo con una reflexión de carácter epistemológica, sino que es también de carácter político, por cuanto plantea la urgente necesidad  y el desafío de transformación de la organización social en la construcción y de producción de conocimiento. Asimismo, del hacer de ese conocimiento, de la finalidad, del uso de ese conocimiento. Se trata por lo tanto de cambiar el habitus[xi] del trabajo social.

 

Consideraciones finales y desafíos


Más que hacer conclusiones sobre los puntos puestos en discusión a lo largo del documento, estimo pertinente dejar planteado algunas consideraciones y desafíos, que los asumo además como una convicción personal. De estas convicciones personales, me surgió el atrevimiento de compartir con las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales, que sientan también la incomodidad de verse enfrentado a prácticas cotidianas de  dominación, que les imposibilita desarrollar en el e­jer­cicio de la profesión una acción social transformadora. Pero también es la invitación a quienes se han negado la posibilidad una reflexión política o que nunca se habían cuestionado esta dimensión del trabajo social. Para todos y todas, la invitación a avanzar en un proceso de reflexión y cambio al interior del trabajo social, y en general de las ciencias sociales, que  se constituya en un aporte para el cambio societal.

Sustentado en mis utopías, que comparto con ustedes, que entender el trabajo social como una acción política conciente y racional en el quehacer cotidiano, debe ser pensado axiológicamante como una política progresista[xii], orientada a la transformación social con aquellos sectores en donde el neoliberalismo ha causado estragos, en donde muestra su verdadera cara, de indolencia y desprecio por los excluidos.

La acción política debe trascender a lo meramente estatal o la referencia a partidos políticos, y debe dejar de entenderse como una esfera en donde los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales no deben incursionar, porque ello sólo conlleva a la hipócrita negación que la acción de estos profesionales, no sea política, y que la exclusión social no sea producto de las condiciones estructurales generadas por una determinada elite dominante y hegemónica.

Hay un discurso de autonegación de la clase tanto del mismo sector con los cuales intervenimos, como de los trabajadores sociales que no se asumen como parte de la clase trabajadora.

Pensar el trabajo social como una práctica política, significa asumir el desafío de la construcción de nuevos puntos de partida, reconocimiento de nuevos espacios de actuación y apropiación de nuevos mundos de vida, de creación, de invención de  nuevos lenguajes y nuevas formas de pensamiento geopolítico que nos permitan deconstruir lo establecido al interior del trabajo social, para luego asumir el desafío de nuevas prácticas sociales, pero comprometidos políticamente con los sectores oprimidos.

Por esto es que estimo que, el trabajo social debe constituirse en la “conciencia crítica de la sociedad”. Debe hacer un permanente cuestionamiento crítico de la sociedad, de sus ideologías, y por lo tanto del mismo trabajo social, en cuanto representación  praxiológica de la(s) ideología(s).

Otro desafío a que nos llama esta reflexión, tiene que ver con romper con el estado de falsa conciencia de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, que conlleva a la enajenación de los profesionales que participan de la acción social transformadora. Esto además, se manifiesta en una constitución de un ser-profesional  no completo, porque no se puede pensar una acción social transformadora, si se está sometido a una ideología que cimienta su esencia en el individualismo y la anulación del otro, en una lógica darviniana de competencia y exclusión.

Por último, el gran desafío: romper definitivamente con los lasos invisibles que nos amarran a  la matriz capitalista neoliberal, y que nos empuja a desarrollar prácticas de dominación, y por lo tanto  nos constituye en un instrumento más de diciplinamiento y  dominación. Porque implícito en nuestras práctica está una manipulación burocrática del saber, el hacer y el poderUna vez liberado el trabajo social de su supuesto pecado original, podrá verdaderamente ser parte de los procesos de acción social, transformación, junto con los sectores excluidos

 

Bibliografía


Aguayo Cuevas, Cecilia (1998), “Trabajo social y acción social: los desafíos de un conocimiento ético-político”,  ponencia presentada en el seminario organizado por el Centro de Alumnos de la Carrera de Trabajo Social de la Universidadde la Frontera de Temuco, agosto.

Barrantes, César (1999), “¿Qué es eso que llaman trabajo social”, Revista de Servicio Social, Volumen 1, Nº 3, Universidad de Concepción, Chile.

Barrantes, César (2007), “Del trabajo social a la trabajosocietalogía. Una provocación epistémica en tiempos de globalización, posmodernidad e imperio”, Ponencia magistral presentada al Seminario Internacional de Trabajo Social  Universidad Autónoma de Santo Domingo, realizado del 20 al 24 de mayo de 2007 con la cooperación dela Escuela de Trabajo Social de la Universidad Ryerson de Toronto, República Dominicana.

Bauman, Sigmund; Beck Ulrik; Giddens Anthony; Luhmann, Niklas (1991), Las consecuencias perversas de la modernidad, Editorial Antrophos, Cap. 2: “Modernidad y Ambivalencia”, págs. 73-91, México.

Borón, Atilio (2003), “Estado, capitalismo y democracia en América Latina”, CLACSO, Buenos Aires.

Bourdieu, Paul (1999), Intelectuales, política y poder, Editorial Universitaria de Buenos Aires.

Bourdieu, Paul (2002), Pensamiento y acción, Editorial del Zorzal, Buenos Aires.

Bourdieu, Paul (2003), Capital cultural, escuela y espacio social, Editorial siglo XXI, Buenos Aires.

Bourdieu, Paul (2003), Campo de poder, campo intelectual, Editorial Quadrata, Buenos Aires.

Castel, Robert (1997), La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Editorial Paidós, Buenos Aires.

Escartín C., María José (1992), Manual de trabajo social, Editorial Aguaclara, Alicante.

Freire Paulo (2002), Pedagogía de la esperanza, Editorial siglo XXI, Buenos Aires.

Foulcault, Michel (1991), Saber y verdad, Ediciones la Piqueta, Madrid.

Foulcault, Michel (1992), Microfísica del poder, Ediciones la Piqueta, Madrid.

Garretón, Manuel Antonio (2000a), Política y sociedad entre dos épocas, Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires.

Garretón, Manuel Antonio (2000b), La sociedad en que vivi(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo. Editorial LOM, Santiago de Chile.

Garretón, Manuel Antonio (2004), América latina  en el siglo XXI. Hacia una nueva matriz sociopolítica, LOM  Ediciones. Santiago de Chile.

Hopenhayn, Martín (1994), Ni Apocalípticos Ni Integrados: Aventuras de la modernidad en América Latina, Fondo de Cultura Económica,  Santiago de Chile.

Ibáñez, Tomás (2001), “Municiones para disidentes”, Editorial Gedisa S.A. Barcelona de España.

Marcuse, Herbert (1968), El hombre unidimensional, Editorial Joaquín Mortiz S.A., México.

Martinelli, M. Lucía (1997), Servicio Social Identidad y Alienación, Cortez Editora, Sao Paulo.

Moulián, Tomás (1996), Chile Actual: anatomía de un mito, Editorial LOM,  Santiago de Chile.

Schutz, Alfred (1964), Estudios sobre teoría social, Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Vivero, Luís (2007), “Conflictos éticos y políticos: reflexiones desde la praxis del trabajo social”, Revista Margen, Nº 45, Buenos Aires.

Vivero, Luís (2007), “Participación social en salud y conocimiento popular: ¿realidad o retórica política?”, Revista EPPAL, Nº 40, Montevideo.

Weber, Max (2004), La ética protestante y el espíritu capitalista, Ediciones  Libertador, Buenos Aires.


Comentarios a la ponencia del profesor Luis Vivero.

“El rol político del trabajo social: un desafío de  ruptura con la matriz capitalista neoliberal”

 

Xiomara Rodríguez de Cordero 

 

La comunicación presentada en el I Foro Internacional y I Convención Nacional de los Trabajadores Sociales y Trabajadoras Sociales de la República Bolivarianade Venezuela por el profesor Luís Vivero, constituye un planteamiento crítico de la modernidad que nos introduce en la discusión epistémica del trabajo social, ubicando en su génesis la concepción racionalista, en tanto lógica que domina las ideologías desarrolladas con la modernidad.

Esta lógica racional de las ciencias humanas (entre ellas el trabajo social), tiene su fundamento en la cosmovisión liberal, expresada en la naturalización de la sociedad capitalista y del contexto colonial-imperial en el cual se originó el pensamiento liberal. En tal sentido, se explican las tesis presentadas por el profesor Vivero, según las cuales trabajo social, surgido desde el  interior del capitalismo, desarrolla prácticas sociales impregnadas por ideologías hegemónicas reproductoras de exclusión social, por consiguiente, tales mecanismos han actuado como elementos neutralizadores negando el rol político de esta profesión.

Pero su planteamiento no se queda allí, en consonancia con los cuestionamientos políticos y teóricos al pensamiento liberal promovidos desde el marxismo, exige al trabajo social emanciparse de la dominación ideológica del neoliberalismo, y asumir su inmejorable rol político e histórico en la dinámica social, y en la  utópica aventura de construir una sociedad más justa, más solidaria y más democrática.

De esta manera asume una posición histórica, superadora de las tradicionales descripciones historiográficas que relatan hechos y fechas dedicadas a adornar las secuencias en un orden natural. Asumir una posición histórica, como lo hace el profesor Vivero, implica pensar el trabajo social desde el momento histórico que acontece en la sociedad chilena en particular como parte de la sociedad latinoamericana. Un momento signado por relaciones de poder entre los recursos ideológicos dominantes y hegemónicos y los mecanismos de lucha de los sectores dominados.

En consecuencia, hace un llamado político al trabajo social chileno, llamado que trasciende al trabajo social venezolano y latinoamericano, reconociendo las similitudes y diferencias vivenciados en cada país, en cuanto a clarificar en quélado del conflicto se sitúa este profesional. Así interroga, no sólo a la profesión como tal sino, también a los actores sociales que encarnan esta práctica societal. Por tal motivo, al preguntarse por el ser del trabajador social y la trabajadora social cuestiona su accionar imparcial, objetivo, apolítico y a veces antipolítico, fundamentado en una racionalidad de carácter instrumental y tecnicista con sus implicaciones epistemológicas, ontológicas y axiológicas.

Históricamente, afirma Vivero, las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales con nuestra acción nos constituimos en cogestores del poder; como parte del sistema hegemónico capitalista somos participes de una práctica política, que aunque negada, tiene como finalidad constituirse en un mecanismo de control ante los riesgos de explosión de la conciencia social de los excluidos. Un reflejo de esta práctica es la pasividad y el silencio de estos profesionales ante las consecuencias sociales de las políticas neoliberales que abundan en toda América Latina.

Frente a esta pretendida neutralidad de las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales se develan diversas implicaciones en cuanto al carácter político y científico de sus prácticas, expresadas por un lado, en el alejamiento de sectores sociales excluidos, quienes ven en estos profesionales personas capaces de acompañarles en el proceso de mejoramiento de sus condiciones de vida, por el otro, en la negación del  estatus científico del trabajo social en ciertos debates académicos desde la hegemonía al interior de las ciencias sociales.

Igualmente, pone sobre el tapete un interesante debate en torno al pretendido rol de agente de cambio social, como una expresión más de dominación, por cuanto niega que los procesos de cambio se construyan desde la intersubjetividad en la interacción de los actores sociales concernidos. Considerarse agente de cambio social es proyectarse en el papel directivo de ser quien posee los conocimientos para producir el cambio social,

La sugerida discusión epistémica nos lleva, consecuentemente a las interrogantes siguientes:

ü  ¿Existen las posibilidades de una posición crítica y reflexiva que desemboque en el ejercicio del Trabajo Social como una acción social transformadora capaz constituir un aporte para el cambio social, esto es, una práctica política cuyo quehacer cotidiano se coloque al lado de los sectores excluidos más afectados por el neoliberalismo?

ü  ¿Podrán los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales asumirse como integrantes de la clase trabajadora asumiendo como proletariado su papel histórico de sepultureros del sistema capitalista? Y si lo hacen…

ü  ¿Estarán en condiciones de construir nuevos puntos de partida, reconocer nuevos espacios de actuación y apropiación de nuevos mundos de vida, de creación, de invención de  nuevos lenguajes y nuevas formas de pensamiento geopolítico que nos permitan deconstruir lo establecido al interior del trabajo social, para luego asumir el desafío de nuevas prácticas sociales, pero comprometidos políticamente con los sectores oprimidos?

Todo ello involucra a su vez un ejercicio de empoderamiento o facultamiento social que rompa con los lazos que nos amarran a la matriz capitalista neoliberal, que nos constituyen en instrumentos de diciplinamiento, control y dominación para llegar a ser parte de los procesos de transformación social, junto con las multitudes excluidas.

 




· Asistente social, licenciado en trabajo social con mención en desarrollo social y políticas sociales, magíster  en ciencias sociales aplicadas, doctorando en procesos sociales y políticos de América Latina, Universidad ARCIS. Docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Temuco y de la Universidad Tecnológica de Chile, sede Valdivia.
[i] Esto sin perjuicio de reconocer que desde la academia se  hacen permanentemente críticas al capitalismo y su posterior evolución al neoliberalismo. Ejemplo paradigmático de este intento por situarse en el lado contrario al capitalismo y desde ahí generar la transformación social, es el denominado proceso de reconceptualización del trabajo social. Pero en la práctica cotidiana, los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, se ven enfrentados a la dominación burocrática instalada por el ethos neoliberal, y a la vez, producto de esto mismo, se transforman en instrumentos de dominación.
[ii] La Concertación de Partidos por la Democracia, es la alianza política que  enfrentó y derrotó a la dictadura de Pinochet, en el plebiscito  de 1988, y  desde 1990 está  en el gobierno. Este conglomerado de centro izquierda, está integrado por  el Partido Socialista (PS), el Partido por  la Democracia (PPD), la Democracia Cristiana (DC) y el  Partido Radical Socialdemócrata.
[iii] En este sentido pienso lo revolucionario como la utopía de hacer que lo imposible sea posible, y no simplemente de pensar que algo es posible.
[iv] Esta intervención se presenta como una irrupción en un determinada realidad, lo cual se fundamenta claramente en un lógica de poder, ya que el trabajador social y la trabajadora social están investidos de un cierto poder que, por un lado, se lo da su status de saber y práctica, y por otro la institución a la cual representa, lo que se traduce en un acción, muchas veces violenta, de penetración en el mundo más íntimo de sus objetos de intervención.
[v] Hago la distinción para notar la diferencia epistemológica que uno u otro término carga consigo.
[vi] La máxima expresión de esto se presenta en la formación entregada en las escuelas de trabajo social, en el periodo de dictadura (1973-1990), en donde  se produce  una involución teórico-metodológica, privilegiando la tecnocratización  por cualquier otra alternativa de acción social, particularmente omitiendo la formación de metodologías de intervención en la comunidad, y enfoques teóricos derivados del marxismo. Algunas escuelas, sin embargo  antes del retorno a la democracia, ya estaban reincorporando teorías sociológicas y antropológicas, que reconocían  en la comunidad las posibilidades de cambio social.
 
[vii] Asumiré este concepto en vez de intervención social, dado que este último tiene una connotación irruptiva y autoritaria. En cambio hablar de acción social transformadora, lo entiendo como situarse dentro de un proceso con otras alteridades en una relación horizontal, histórica y dialéctica
[viii] Simbólica o explícitamente, desde la institución se dan ciertos mensajes, en que el profesional sabe que debe moverse en una dirección y no en otra, o debe impedir que el proceso avance en otros sentidos que no hayan sido establecidos a priori por la institución, lo que a la vez responde también explícita o implícitamente a los intereses de  la ideología dominante.
[ix] Para no asustar a los más conservadores, vuelvo a aclarar que lo digo en el sentido de hacer que lo imposible sea posible, y no sólo pensar que algo podría ser posible
[x] Aquí utilizo intencionalmente este concepto, para ser irónicamente consecuente con el paradigma desde el cual se  sustenta la acción social.
[xi] Concepto desarrollado por Pierre Bourdieu, que, en un sentido bastante general, se refiere a un sistema de disposiciones socialmente construidas, estructuras sociales  a la vez estructurantes de lo social.
[xii] Foucault (1991) plantea que “una política progresista es una política que define para una práctica las posibilidades de transformación precisamente allí donde otras políticas sólo confían en la abstracción uniforme del cambio o en la presencia taumatúrgica del genio”.
 Xiomara Rodríguez de Cordero. Trabajadora social egresada de la Universidad del Zulia (LUZ), Magíster en Ciencias, doctoranda en ciencias humanas. Profesora de la Universidad del Zulia  e investigadora de la línea Representaciones, Actores Sociales y Espacios de Poder. Miembro del Consejo Directivo de RELATS.